Un instante fue suficiente para parar el tiempo en Sudáfrica y congelar la imagen en todas las pantallas del mundo. Un disparo certero hizo que la grada estallase en un grito y un equipo entero se lanzase al campo en una inolvidable celebración. Iniesta había conseguido convertir a España en campeona del mundo por primera vez en su historia, poniendo la guinda a más de un siglo de evolución en técnica, disciplina y creatividad futbolística desde que los pioneros empezasen a dar sus primeros toques al balón en los pueblos mineros de Riotinto.
Portada del libro ‘De Riotinto a la Roja’.«El gol de Iniesta fue un momento de alegría colectiva», destaca emocionado Jimmy Burns, escritor de De Riotinto a La Roja (Editorial Contra), un auténtico estudio sociológico e histórico de nuestro país a través del fútbol que se publica ahora en España. Según este reconocido periodista de raíces hispano-británicas -que además es nieto del reconocido médico Gregorio Marañón e hijo del espía Tom Burns- la selección se situó ese día justo donde merece estar, y lo hizo gracias a su diversidad. «Del Bosque ha demostrado ser un gran conciliador», opina el ex-corresponsal del Financial Times, que bromea con la idea de que el seleccionador podría ser presidente del gobierno, ya que «ha logrado unir a los españoles más que Rajoy o Rubalcaba».
Precisamente esta comparativa entre fútbol y política es la que encontramos en De Riotinto a La Roja, que define al deporte rey como un espejo en el que mirar a los españoles a lo largo de su historia. En este sentido encontramos en sus páginas una reflexión acerca del impacto latino de la mano de Di Estefano al Real Madrid y su aportación a los años de gloria del club merengue, cuando el Bernabéu era la catedral de este deporte. «El fútbol en los cincuenta era la mejor exportación que tenía España, aparte de la emigración y las naranjas», reflexiona Burns, quien también habla en su libro del carácter de «La Furia», o el «Fútbol con cojones» que utilizó el régimen franquista para mostrar su fortaleza de cara al exterior y, de paso, identificar este deporte con sus valores de entrega patriótica.
Otro de los puntos clave de la obra es que, a través de ella, se explica la dinámica del nacionalismo. «El autonomismo nació también en los campos de fútbol», señala Burns, que recuerda cierto encuentro Barça-Athletic en el que Cruyff e Iribar mostraron la senyera y la Ikurriña por primera vez. «En el caso del Barça, a través de un equipo se buscó una identidad cultural y política colectiva. En el Camp Nou la gente se unía en contra del franquismo», asegura el autor, que, aunque de origen madrileño, no oculta sus simpatías por la afición culé.
Al margen de su debilidad por el Barça, Burns se queja del duopolio que existe en la liga española entre los dos grandes y tira de su parte inglesa para reconocer que «se echa de menos una liga competitiva como la Premier», de la que además destaca la pasión y la fidelidad de sus aficiones: el periodista aclara que los hinchas ingleses conocen el sufrimiento, mientras que estadios como el Camp Nou no se llenan en partidos de liga, y a veces la mitad de las gradas se componen de turistas. Los problemas de los derechos televisivos, deudas por los estadios y fichajes y acuerdos financieros son otro inconveniente reconocido para Burns, que considera el aspecto del dinero en el fútbol un «tema polémico». «Hay cierto sentido de inmoralidad en todo esto, pero hay que aceptar que todos somos cómplices de ello al desear que nuestros equipos tengan los mejores jugadores y estadios, con este apoyo promovemos que haya este tipo de prácticas».
A pesar de todas las críticas, Burns no cree que el fútbol cumpla un papel de «pan y circo» que enmascare los problemas reales de la sociedad española. «En la España de Franco esto era así, pero estoy seguro de que los seguidores que hoy van a ver a su equipo no se olvidan de la crisis y los problemas cuando entran en su estadio», reflexiona Burns, «¿Por qué no tener momentos de alegría en un mundo donde todo es tan terrible?» concluye. De cara al futuro, el periodista augura un horizonte prometedor para el fútbol español. «La Sub 21 es un clon de la Roja, está llena de jóvenes brillantes», destaca, al tiempo que garantiza que nombres como De Gea, Muniaín o Isco van a dar mucho que hablar de ahora en adelante.