Miles de personas se vieron afectados por la huelga. En la imagen, viajeros sin destino en el aeropuerto de Barajas.AENA ha abierto un total de 442 expedientes dentro del colectivo, lo que supone una quinta parte los profesionales del sector
Un puente para olvidar. Esa es la conclusión que se extrae tras analizar la situación general de los diversos colectivos que se han visto afectados por la brutal huelga perpetrada por los controladores aéreos españoles el pasado cuatro de diciembre. Más de 600.000 pasajeros en tierra; miles de vuelos cancelados; los 47 aeropuertos de España colapsados; hoteles de todo el mundo que nunca recibieron a sus huéspedes… Días después del acontecimiento, es posible evaluar la situación.
El sector turístico, sobretodo la industria hotelera, presenció impotente como el capital que pesaban acumular durante al puente más largo del año, se esfumaba sin remedio. Las 20 horas que el espacio aéreo español estuvo cerrado han sido suficientes para acumular una deuda económica que alcanza los 500 millones de euros. Según las estimaciones del colectivo de Hoteleros de la Costa del Sol las cifras son devastadoras: más de 30.000 pernoctaciones canceladas; un descenso de 7.500 viajeros y más de 1.100.000 euros en pérdidas económicas. .
No queda ahí la cosa. Al daño hotelero hay que se sumar el de las aerolíneas que, según fuentes de AENA, supera los 50 millones de euros. Y es que, entre otros inconvenientes, las compañías aéreas se vieron obligadas a cancelar los vuelos; devolver a los pasajeros el dinero de los billetes reservados; además de invertir esfuerzo y capital en atender a los miles de viajeros atrapados a lo largo de toda la geografía española y facilitar vuelos gratuitos.
Varados en España
A pesar de todas las pérdidas económicas (al fin y al cabo éstas no son más que números) los que verdaderamente han pagado el grueso de la huelga han sido los viajeros. El chico que nunca llegó a Londres para darle una sorpresa a su novia o el inglés que durmió tirado en el suelo de Barajas tras intentar volar a Gatwick de vuelta de sus vacaciones en el paraíso mallorquín. Son tan sólo dos ejemplos genéricos, pero que, con toda certeza, se repitieron a los largo del puente.
Álvaro Puig es de un pequeño pueblo de Barcelona, tiene 23 años y la huelga de controladores estuvo a punto de costarle el sueño de su vida. «Tenía que estar en Londres el sábado 4 de diciembre para hacer una audición en la Guidhall University en la que me jugaba el acceso a la facultad el año que viene. Obviamente, no llegué a tiempo. Aún estoy a la espera de saber si podré o no hacer la prueba», explica indignado el catalán.
Las repercusiones del parón aéreo se extendieron hasta límites insospechados. A las puertas de la sala Koko, en Camden Town, cientos de fans se quedaron sin poder asistir al concierto de su artista favorita. La cantante canaria, Rosana, se quedo en tierra y tuvo que suspender la cita. Sin ir más lejos, la sección de cultura de El Ibérico tuvo que cancelar la crónica prevista sobre el esperado concierto que la cantante. Decepción y dinero devuelto.
La comunidad española no fue la única afectada por la huelga. A la inversa, es decir, los ingleses, también sufrieron las molestias a causa de la cancelación de sus vuelos sin previo aviso. Según fuentes de la BBC, a más de 20.000 británicos les fue imposible volver a casa durante el fin de semana de la huelga. Incluso, con la ayuda de los vuelos gratuitos facilitados por algunas compañías para descongestionar las terminales, casi el 30% de los afectados continuaba en España la mañana del lunes.
¿Y ahora qué?
De momento, España continua en «estado de alarma». Régimen especial que fue declarado por el gobierno en Real Decreto el mismo 4 de diciembre y que llevó a la militarización de los aeropuertos para restablecer el control del espacio aéreo español. Las reacciones desde grupos políticos como el PP o Izquierda Unida han tardado en aparecer y han calificado la medida del gobierno como «desproporcionada». El presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, sin embargo, ha defendido la mesura de la medida al considerar la protesta de los controladores como un acto de «suma gravedad» y que «atenta contra el orden democrático».
En total, AENA ha abierto expediente a 442 controladores. Doce de ellos ya han sido llamados a declarar en calidad de denunciados por un delito de sedición, pero según a indicado el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Madrid, Eduardo Esteban Rincón, «todos se han negado a hablar». El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, ha anunciado que se solicitarán penas que «pueden llegar hasta los ocho años de cárcel».