El Sistema Nacional de Salud (NHS) anuncia que no operará a pacientes obesos ni fumadores, a excepción de casos delicados o graves, para equilibrar sus reservas y reducir costes en sanidad.
[pullquote]El Colegio de Cirujanos califica la medida como la más severa hasta el momento.[/pullquote]
Excepto casos graves, las operaciones a pacientes obesos que sobrepasen el índice de masa corporal establecido, así como los fumadores, sufrirán demoras en el hospital público ubicado en Vale, en North Yorkshire (Noreste de Inglaterra).
Reducción de costes en la sanidad británica
Esta nueva medida supone que el paciente fumador o con una masa corporal superior a 30 tenga que asumir una espera que puede alcanzar los 12 meses y es calificada por los especialistas como una de las más severas.
El director de proveedores del NHS, Chris Hopson, considera que esta opción es la única para equilibrar las reservas para conseguir el máximo beneficio con los recursos limitados disponibles.
Los médicos que apoyan la medida afirman que hay aspectos positivos en ella, ya que las operaciones quirúrgicas en personas obesas son más delicadas y esto puede llevar a complicaciones, y por tanto, supone un riesgo para la salud de los pacientes británicos. Por ello, consideran que los pacientes con obesidad podrán someterse a la operación que requiera si adelgazan y consiguen un índice de masa corporal igual o inferior a 30.
Los especialistas también manifiestan que la recuperación de un paciente tras una operación de este calibre puede verse afectada en el caso de los pacientes obesos, ya que encuentran más dificultades a la hora de participar en los ejercicios de rehabilitación.
En total, se estima que la obesidad en Reino Unido cuesta actualmente el servicio de salud 47 mil millones de libras al año, menos de la mitad de todo el presupuesto del NHS.
En el caso de los fumadores, deberían dejar de fumar para acceder rápidamente a las operaciones quirúrgicas.
Las críticas más recientes a este nuevo requisito demuestran una preocupación por parte de los pacientes. Muchos de ellos señalan que la salud pública británica debe estar motivada para preservar la seguridad sanitaria del paciente y no para ahorrar dinero.