Julian Assange, fundador de WikileaksQuizás, el nombre Julian (sin tilde) no le dice nada. La cosa cambia de forma radical si lo acompañamos con un apellido concreto: Assange. Aunque bien podría tratarse del apelativo de uno de los personajes de las novelas de Stieg Larsson, este australiano es de carne y hueso y poco quiere saber de Suecia. Se ha convertido en una de las personas más influyentes de la actualidad mediática reciente. Para unos, es un abanderado de la libertad de expresión digno de recoger el Nobel de la Paz y para otros, un criminal que ha violado las normas básicas de la política internacional. Es periodista, tiene 39 años y su osadía le ha llevado a alcanzar la fama mundial. No sólo ha revelado una gran cantidad información considerada como «confidencial» sino que Wikileaks pasará a la historia por ser la web encargada de cuestionar los límites del término «libertad de expresión» en plena era de la información.
El 29 de noviembre de 2010 Assange hacía públicos 250.000 documentos pertenecientes al Departamento de Estado estadounidense. La bomba informativa había explotado y las relaciones internacionales entre Estados Unidos y los principales países del mundo eran puestas al descubierto. Hillary Clinton, Cristina Fernández, Hugo Chávez o el príncipe Andrew -perteneciente a la casa real británica- saltaban a la palestra informativa tras convertirse en protagonistas directos de algunas de las filtraciones de Wikileaks. La bola de nieve no había hecho nada más que empezar a rodar.
Días después, Obama calificó el comportamiento de Assange de «deplorable» y la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Cliton, añadió que se trataba de un «atentado contra la comunidad internacional». Wikileaks comenzaba a tenerlo complicado. Algunas de sus fuentes le cerraron el grifo financiero. 213.251.145.96. No se trata de una errata, ni de la combinación secreta para abrir una caja fuerte. Esa secuencia numérica precedida de un «http://» corresponde con la actual página de inicio de Wikileaks. La web de Assange se vio obligada a mudar sus servidores a Suiza después de perder la conexión en dos ocasiones debido a que sus anteriores plataformas se negaron a seguir alojando la página web en sus servidores.
El debate en torno a la figura de Assange se caldea aún más. Las críticas e incluso amenazas de muerte hacia Julian no tardan en llegar. «Un muerto no podría filtrar cosas. No estoy a favor de la pena de muerte, así que habría sólo una forma de hacerlo: pegarle un tiro a ese hijo de puta», declaró en directo Bob Beckel, comentarista de la cadena estadounidense Fox Business. Mientras tanto, los defensores de Assange alimentan las teorías de una persecución infundada desde Estados Unidos y apoyan la hazaña de Assange dentro del derecho a la libertad de expresión.
Aquí no acaba la historia. Tan sólo 9 días después, Julian Assange es detenido por la policía metropolitana de Londres. De este modo, Reino Unido cumple la orden europea de detención internacional emitida desde Suecia contra su persona al haber sido acusado de delitos de agresión sexual supuestamente cometidos el pasado mes de agosto contra dos de sus colaboradoras. El entonces presidente de Brasil, Lula da Silva, fue el primer personaje público en alzar la voz. En uno de sus discursos manifestó públicamente su apoyo a Assange y su negativa ante la detención, la que calificó como un «atentado a la libertad de expresión». Otros personajes importantes como Vladimir Putin y Fidel Castro también mostraron su oposición a la detención del australiano.
Tras pagar la fianza, Julian salió de la cárcel. Sin embargo, las presiones de las autoridades suecas han ido en aumento. Suecia pide la extradición inmediata de Assange en relación a los dos supuestos delitos de abusos sexuales por los que se le acusa. Julian niega tales acusaciones. Además, los abogados de Assange sostienen que la orden de arresto no se fundamenta en los supuestos delitos sexuales sino que fue emitida para castigarlo por sus filtraciones y opiniones políticas. Enviarlo a Suecia, por lo tanto, podría ser un paso hacia una transferencia a Estados Unidos. El alegato de la defensa afirma que «existe un riesgo real de que, de ser extraditado a Suecia, Estados Unidos pida su extradición y/o entrega ilegal a ese país, donde existe la posibilidad de que lo detengan en la prisión de Guantánamo e incluso, que sea sometido a la pena capital».
Los pasados 9, 10 y 11 de febrero se celebraron las últimas tres vistas del caso Assange antes de que el juez tome la decisión sobre su extradición a Suecia. El fundador de Wikileaks no las tiene todas consigo ya que las teorías presentadas por la defensa sufrieron una dura embestida por parte de la fiscal británica, Clare Montgomery. Después de trastocar algunos de los argumentos aportados por los abogados defensores, Montgomery afirmó que «el hecho de que Assange sea extraditado a Suecia no tiene por qué significar la extradición a Estados Unidos». Ahora toca esperar… la imparable bola de nieve sigue rodando.