Esta madrugada se producía el desalojo de los acampados en las inmediaciones de la catedral de San Pablo por parte de los agentes judiciales y la policía británica. A pesar de que el desmantelamiento tuvo lugar sin violencia, lo cierto es que algunos manifestados mostraron cierta resistencia, lo que hizo que fueran detenidos.
Según afirma el periódico británico The Guardian, veinte personas fueron arrestadas en una «larga operación pacífica» que tuvo lugar a las 4:30 de la mañana.
Todo comenzó a las 23:55 de la noche, cuando la policía dejó, a los allí acampados, cinco minutos de margen para recoger y retirar las tiendas de campaña. Muchos hicieron caso a las órdenes dadas pero otros permanecieron en el lugar sin moverse. «Los esperábamos el lunes por la noche o poco después. Algunas personas se opondrán a cosas como estas pero yo creo que no hay nada malo en la defensa personal», declaraba a The Guardian uno de los allí congregados.
Por su parte, el Gobierno municipal británico declaraba que estaba cumpliendo las órdenes que dictaminó el Tribunal Superior de Londres, el cual les daba permiso para proceder al desalojo. Los manifestados, sin embargo, afirman que la sentencia habla de la retirada de tiendas y no de las personas, por lo que tenían derecho de permanecer en su sitio. «Este no es el principio del fin, sino el fin del principio», declaraba George Barda, uno de los allí presentes, pronunciando las palabras que ya dijo Winston Churchill tras la batalla de El Alamein, en 1942.
Una vez desalojada la zona, que quedó desierta al amanecer, los miembros de Occupy London se reunieron en una asamblea improvisada a la que acudieron cientos de personas. A través de las redes sociales como Twitter, los organizadores han anunciado que no cesarán en su cometido. Por lo pronto, los manifestantes tienen pensado concentrarse enfrente de las embajadas británicas de todo el planeta para mostrar su desacuerdo ante el desmantelamiento del campamento.
