Los indignados vuelven a salir a la calle un año después de que naciera este singular movimiento ciudadano
Fue el 15 de mayo de 2011 cuando saltó la chispa de la protesta ciudadana. Y la llama prendió en forma de una improvisada acampada en la Puerta del Sol de Madrid, epicentro de lo que se llamó ‘Spanish Revolution’.
En la imagen, uno de los carteles reivindicativos. / Alfonso Montilla.La situación económica, el paro, los desahucios y el hartazgo de gran parte de la población española avivaron un incendio provocado, según los numerosos lemas y mensajes lanzados desde el 15M, por políticos y banqueros. El debate político se trasladó a la calle, y las manifestaciones y asambleas se sucedieron para alimentar un fuego que viajó allende las fronteras, como si de una llama olímpica se tratara: París, Londres, Bruselas e incluso Nueva York, la capital del capitalismo. Un año después de que se encendiera aquella enorme hoguera, El Ibérico habla con varios actores del 15M, personas que han visto nacer y crecer el movimiento y que han participado activamente en él, tanto en Londres como en España, o incluso en los dos sitios. Analizamos con ellos el pasado, presente y futuro de este movimiento para saber si la llama que tanta fuerza tuvo en un principio aún sigue viva. El 15M está ante su particular reválida.
Pocos o nadie esperaban que la manifestación convocada por plataformas como Democracia Real Ya (DRY) o Juventud Sin Futuro (JSF) para el 15 de mayo del 2011, a modo de pataleta ciudadana contra las consecuencias de la crisis económica, diera lugar un movimiento ciudadano sin precedentes como el 15M. Tal fue la repercusión de aquellos primeros días que hasta el periódico Washington Post llevó a su portada las multitudinarias protestas de una abarrotada Puerta del Sol. Camilo, miembro de JSF, describe aquel momento como «una expresión gigantesca de todo con lo que gran parte de la población no está de acuerdo principalmente porque es injusto y porque le afecta de una manera directa: los desahucios, la falta de equidad, la estrechez de la representación política, la xenofobia, el maltrato a los servicios públicos, etc.». Judith, miembro de DRY Barcelona, destaca el «maravilloso aspecto» que tenía la barcelonesa Plaza de Cataluña aquellos días, una plaza que según ella «se llenó de ilusión, de propuestas, de debates, de actividades». Además hace especial hincapié en que no hubiera «ni siglas, ni banderas, ni partidos, ni sindicatos».
A José, un joven español de 27 años, el 15M le pilló en Londres, donde emigró debido a la crisis. Pero aun así quiso participar en las protestas que tuvieron lugar en la capital británica, contribuyendo al nacimiento del movimiento Occupy London. De todo ello valora «la fuerza generada por el trabajo colectivo». En la capital británica, la acampada se extendió desde el 15 de octubre hasta el pasado 28 de febrero, cuando fue desmantelada por la policía. El campamento se ubicó en la plaza de la catedral de San Pablo de Londres (St Paul’s Cathedral), aunque la idea inicial, según Verónica y Sara, miembros de Occupy London, era «manifestarse y ocupar el London Stock Exchange (la Bolsa de Londres)», pero las fuerzas de seguridad blindaron este edificio.
Logros y mejoras
Una de las principales críticas achacadas al 15M es la falta de acciones concretas, un problema que también ve Camilo, quien habla además de evolución lenta. Aunque, a este respecto Judith sentencia con un lema: «Vamos despacio porque vamos lejos». José ve el movimiento como algo completamente nuevo y señala que «no existen experiencias previas parecidas, por lo que es una completa incógnita saber si vas o no por el camino correcto».
En cuanto a los logros conseguidos, Camilo destaca la eficaz lucha contra los desahucios y Judith resalta que «el 15M ha desplazado el foco de atención de la crisis hacia los temas realmente importantes y hacia los verdaderos culpables». A la hora de hacer autocrítica salen a relucir varios aspectos a mejorar como «la relación con los sindicatos», según dice José; una «mejor estrategia comunicativa», según Judith; o «dar más eficacia a los procesos de decisión asamblearios», en opinión de Camilo.
Cuando este periódico vea la luz ya habrán tenido lugar las movilizaciones previstas en España, Londres y otros lugares del mundo, entre el 12 y el 15 de mayo, cuyos cinco grandes puntos son: «ni un euro más para los bancos; educación y sanidad públicas, gratuitas y de calidad; reparto del trabajo/no a la precarización; acceso garantizado a una vivienda digna; y reforma fiscal para la distribución justa de la riqueza que creamos entre todos».
Camilo es bastante optimista y espera una repercusión «similar o superior» a la que tuvieron las protestas hace un año. Otros, como Sara, Verónica o José, no creen que el impacto sea tal porque ya no cuentan con el factor sorpresa. Sea como fuere, en los próximos días se verá si a la llama del 15M le queda combustible o es un fuego condenado a extinguirse.
En próximas entrevistas conoce las experiencias de Camilo, José y Judith.