El célebre presentador Jimmy Savile fue una figura mediática de los años 70 y 80. / Owain Thomas. En las últimas semanas, los informativos de la BBC han estado salpicados de continuas referencias al caso Jimmy Savile, un conocido DJ y presentador de televisión de la década de los 70 y 80 de aspecto estrambótico, al que, después de un año de su fallecimiento, le acusan de haber sido un «depredador sexual» y de haber abusado de menores.
El personaje, de melena rubia oxigenada y flequillo, ataviado con ropa deportiva de tejido brillante y colores chillones y cadenas doradas al cuello, fue toda una figura mediática de la época, no solo por sus programas con elevado número de seguidores, sino también por sus donaciones a distintas organizaciones no gubernamentales.
No es coincidencia que la BBC se haya volcado en informar sobre el asunto después de lo ocurrido. Jimmy Savile era presentador de la cadena pública británica y el caso de los abusos lo destapó el canal ITV en octubre de este año en un reportaje titulado Exposure: The Other Side of Jimmy Savile (Revelación: La otra cara de Jimmy Savile). Aunque ITV no acusaba a la BBC de encubridora, esta última ya encontró indicios de un supuesto abuso a menores por parte de Savile en octubre de 2011, elaborando un reportaje de investigación para su programa Newsnight tras la muerte del presentador. El entonces editor de Newsnight, Peter Rippon, decidió no emitir el programa al pensar que no había indicios suficientes para tales acusaciones. A su vez, el hasta hace unas semanas director general de la BBC, George Entwistle, estaba preparando un especial de Navidad sobre Jimmy Savile para recordar su éxito televisivo tras su muerte, en noviembre de 2011. Cuando a este se le comunicó que Newsnight estaba investigando sobre el presentador y que lo que habían averiguado podía comprometer el programa navideño, Entwistle no preguntó cuál era esa información tan delicada y tampoco por qué finalmente ese programa no se emitió. Rippon y Entwistle han dimitido de sus actuales cargos.
Tras este culebrón al más puro estilo británico, que ha costado de momento dos dimisiones y decenas de disculpas públicas, es inevitable hacer comparaciones con nuestros medios españoles. En Reino Unido no hay «famosetes» de postín que airean sus amores y disputas familiares en programas televisivos tras previo pago de una suculenta cantidad de dinero. Los culebrones los protagonizan jugadores de fútbol de primera división, magnates de los medios de comunicación, editores de periódicos, políticos o miembros de la realeza. Tampoco hay «Sálvames» ni nada que se le parezca, la «prensa rosa» con sus protagonistas ocupan las primeras páginas de diarios de tirada nacional. ¿Significa esto que nuestros deportistas, políticos, editores y demás personajes públicos no tienen nada que pueda interesar al papel cuché o que, por el contrario, a los españoles nos interesan «cotilleos» de otra índole? Siguiendo con las comparaciones y con programas que algunos clasificarían de bochornosos, en Reino Unido tienen a Jeremy Kyle, periodista que invita en su programa a personas de la calle a resolver sus problemas íntimos frente a las cámaras con discusiones, peleas y pruebas de paternidad de por medio si fuera necesario y, llegado el caso, el presentador no se contiene si él considera que tiene que abroncar a alguno de los asistentes.
Por otra parte, en la televisión pública española, y en la privada, no existe un periodismo de investigación propiamente dicho como los programas de la BBC Panorama o Newsnight, dedicados a investigar y destapar malas prácticas de partidos políticos, instituciones públicas o gobernantes, por ejemplo. Sin embargo, algunas emisiones como Documentos TV o Informe Semanal profundizan en ciertos temas algo más que los informativos diarios, mientras que otros programas de cadenas privadas se acercan más al periodismo de denuncia social, imprescindible en estos tiempos de crisis, mostrando sucesos que crean alarma social y que han de ser resueltos por los responsables que gobiernan.
Hace unos días circulaba en las redes sociales un vídeo titulado Paying to go to war (Pagar para ir a la guerra), realizado por Antonio Pampliega, un periodista independiente español que ha estado en terrenos de conflicto como Pakistán, Irak o Siria. En él cuenta cómo, para poder realizar su profesión, ha tenido que pedir dinero prestado a entidades bancarias, dinero que apenas ha recuperado con la venta de sus documentales. La respuesta de los diferentes medios españoles cuando Pampliega intentaba vender su material era que los contenidos que ofrecía no tenían suficiente audiencia. Y en alguna ocasión en la que aceptaron divulgar su trabajo, la difusión tenía que ser gratis. ¿Es acaso una realidad el que en España no guste una televisión divulgativa, informativa, educativa y culta, o es que simplemente hay una escasez de oferta de contenidos de este tipo? ¿Son los responsables de los medios audiovisuales quienes deciden qué ve el espectador y los culpables de la calidad de la programación o, por el contrario, es la audiencia la que decide la agenda televisiva y los responsables de esta están al servicio del público?