No es necesario ir al Museo del Prado para ver lo mejor del arte pictórico español. Varios cuadros de los más destacados pintores españoles se encuentran en los diferentes museos de Londres. Desde El Ibérico te ofrecemos una pequeña selección de las 5 mejores obras españolas expuestas en Londres y dónde encontrarlas.
1. La mujer que llora – Pablo Picasso
1937
Esta obra forma parte de la Tate Collection, sin embargo su exposición alterna entre el Tate Modern y el Tate Britain.
Se trata de un retrato cubista de Dora Maar, una mujer que llora la pérdida de su bebé en el bombardeo de la ciudad de Guernica, País Vasco, durante la Guerra Civil española.
La obra forma parte de la conocida colección cubista que el pintor desarrolló sobre las atrocidades cometidas en el norte de España.
2. La Venus del espejo – Diego Velázquez
1647
Internacionalmente conocida como “La Venus de Rokeby” ya que fue en Rokeby Park donde la obra se expuso por primera vez. Se trata de un retrato de Venus, la diosa romana del amor junto a su querubín Cupido. Éste es el único desnudo femenino que se conserva del pintor sevillano, cuya producción se centra en el retrato de niños y adultos.
3. El aguador de Sevilla – Diego Velázquez
1618
Lo más sorprendente de esta pintura es la riqueza de texturas y superficies: la claridad y reflejos del cristal, un ambiente sombrío y profundo, el detalle del barro artesano…Pero también es una mirada de contrastes entre una juventud ingenua y una madurez solemne.
4. La Virgen con el niño – Luis de Morales
1570
También conocida como «La Virgen de la leche». Se trata de una escena de la tradicional inconografía cristiana. Son varias las pinturas en las que la Virgen amamanta al niño, pero lo llamativo de la representación de Morales es que pone el énfasis en las miradas de afecto y ternura entre el niño y la Virgen. Ésta no es la única vez que el pintor español se centró en este tema, así también se encuentran otras de la misma serie en el Museo del Prado (Madrid).
5. Autorretrato – Bartolomé Esteban Murillo
1670
Esta obra supone una de las pocas excepciones del pintor, para quién el autorretrato no era el género predominante. En esta pintura, encargada por sus propios hijos, vemos la influencia de las líneas del retrato flamenco y holandés, algo que se explicaría por el contacto de Murillo con pintores de este origen en Sevilla. Las sombras y naturalismo son los principales exponentes que hacen de ésta una obra admirada por el público europeo.