Las fresas son una de las frutas más suculentas, refrescantes y populares que existen. A pesar de que su cultivo es óptimo a finales de invierno o principio de primavera, millones de personas disfrutan de su sabor durante todo el año. Existen más de 600 variedades, todas ellas igual de beneficiosas para el organismo. No solo son ricas en agua y fibra, sino que ayudan a prevenir enfermedades como el cáncer. Además, reducen el riesgo de ataques al corazón, así como el riesgo de padecer un ictus. También son excelentes para controlar la diabetes.
La provincia andaluza de Huelva, en España, es conocida no solo por su maravillosa costa y su rica esencia cultural, sino también por su exquisita gastronomía. Su escasa oscilación térmica entre el día y la noche, además de sus tierras fértiles, permiten que la producción onubense de fresas sea la principal de Europa. En ella fijan sus ojos e invierten su capital económico el resto de países comunitarios, debido a la gran calidad de la fruta, convirtiéndola en la mayor y mejor del marco de la Unión Europea con alrededor de 6.500 hectáreas cultivadas. Sin embargo, un no acuerdo de Brexit podría influir negativamente en su exportación y consumo.
El valor de su exportación es de 437 millones de euros
A medida que sus 8.000 toneladas de fresas maduran, el negocio familiar AgroMartín reflexiona sobre lo que ocurrirá con su negocio tras la posible salida de Reino Unido con la Unión Europea. Su comercio, que comenzó con una sola hectárea de fresas en 1980, hoy día cuenta con 140 hectáreas de la fruta, además de casi 200 de nectarinas, melocotones, albaricoques y ciruelas. Alrededor del 15% de sus fresas se exportan a Reino Unido y temen que el Brexit tenga un impacto negativo para el libre comercio y el aumento de las cargas administrativas.
Según las estadísticas del 2018, el valor total de las exportaciones de fresa en Huelva fueron de 437 millones de euros. A pesar de que actualmente la oferta y demanda están bastante equilibradas, un Brexit tajante y un cierre de la frontera podría desencadenar una crisis durante los primeros años. Familias de agricultores como la de AgroMartín podrían, incluso, tener que reducir la superficie de sus cultivos para no perder rentabilidad en su producción. Asimismo, un excedente de producto y unos precios más bajos podrían afectar a la oferta laboral en el sector, además de a la competitividad.