Se podría decir que Leeds es una de las grandes olvidadas de Inglaterra. Ubicada al este del condado de West Workshire, Leeds es según el censo de 2008, con más de 750.000 habitantes la tercera ciudad más poblada de Reino Unido, por detrás de Londres y Birmingham. El dato que quizá más llame la atención de Leeds es que, según una encuesta de The Independent, se trata del destino preferido para los estudiantes a la hora de elegir ciudad para cursar sus estudios universitarios. Estos resultados causaron una gran sorpresa debido a que Leeds había conseguido desbancar a Oxford y Cambridge, las dos ciudades universitarias británicas por excelencia. Aunque esto continúa siendo así, los resultados de la encuesta llevada a cabo en 2011 no deja duda, de que Leeds se ha hecho un hueco en la élite de la educación universitaria británica.
Precisamente, la vida universitaria es la principal característica de la ciudad norteña. El número de estudiantes alcanza los 250.000, lo que supone la tercera parte del total de la población. Es, principalmente, este factor lo que ha permitido a la ciudad resolver con mejor fortuna los problemas provocados por el fin de la era de la industrialización que tanto daño ha causado a otras ciudades del Norte de Inglaterra como Manchester o Sheffield. Al contrario que estas, Leeds no es una ciudad gris como las anteriormente mencionadas, si no que las fábricas ya obsoletas, han dado paso a edificios modernos que en muchos casos se han convertido en residencias de estudiantes. La zona sur del río Aire, donde en el pasado se encontraban muchas de las plantas industriales de la ciudad y era considerada como peligrosa hace poco menos de una década, ha sido reformada con parques, museos y edificios residenciales además de rutas peatonales.
En esta zona se encuentra el Royal Armouries Museum con la guerra como centro de atención. El edificio de más de 30 metros de altura fue construido en 2011 y se trata de una de las señas de identidad de la ciudad. Otro de los edificios más representativos de la ciudad es el Leeds Corn Exchange construido en 1864 y utilizado para el mercado del maíz. Con el paso del tiempo y las mejoras en las rutas comerciales se dejó de utilizar y el edificio fue abandonado. En 1985 se reformó y convirtiéndose en un centro de comercial y casa para exposiciones de arte. Finalmente fue restaurado en 2007 reabriéndose al año siguiente con un restaurante en su planta de abajo y con un mercado de cosas de segunda mano en la primera planta. El restaurante cerró a principios de 2013 quedando sólo los puestos con ropa usada y discos de vinilo.
La Navidad también juega un papel importante en la decoración de la ciudad estas fechas. Las luces, no tan llamativas como en Londres, dan buena muestra de la llegada del fin de año. Tampoco podían faltar los mercados navideños entre los que destaca el Christindenmark con el típico mulled wine y las salchichas alemanas. Gastronómicamente, lo que uno no puede dejar de hacer al visitar Leeds es disfrutar del típico Carvery para comer. En mi caso fue la tarde del domingo en el céntrico The Picture House, donde el roasted gamon, las mash potatoes y el yorkshire pudding, bañados en gravy y aderazados con una cerveza se convirtieron en uno de los highlights de mi visita.
En menor grado que en otras ciudades, Leeds también se ha visto ‘invadida’ por los hijos de la crisis española. Al igual que en el resto de principales ciudades británicas, el español es uno de los idiomas más escuchados al pasear por las calles de la ciudad. La mayor anécdota de mi visita a Leeds fue que nada más poner un pie en la ciudad me encontré con tres conocidos de mi ciudad de origen, Aranjuez (Madrid). Dos de ellos viven allí y el tercero estaba de visita. Todos ellos compañeros míos de primaria. Tras conversar con ellos unos minutos aparecen otras dos paisanas que también residen actualmente en Leeds. En total, contándome a mí y a mi anfitrión nos juntamos seis personas de Aranjuez en Leeds. Una prueba más de dos verdades universales: El mundo es un pañuelo y que en España quedan ‘cuatro gatos’.
Loidis, Ledes, Leedes, Leeds
El término de Leeds proviene de Loidis que daba nombre a un bosque situado en la zona donde se ubica la ciudad en la actualidad. Dicho nombre es mencionado por Saint Bede en su Historia Ecclesiastica allá por el siglo VIII y de él proviene directamente el gentilicio actual Loiner. Sin embargo, los primeros indicios de su existencia como población datan de 1086 cuando en el Libro Domesday se menciona la población como Ledes, que más tarde daría lugar a Leedes para acabar acuñando el nombre actual de Leeds. Como el resto de ciudades, su nacimiento se produjo como respuesta a una necesidad comercial. Leeds creció rápido y absorbió los núcleos urbanos de la zona. A partir de la primera mitad del s. XIX, Leeds se convirtió en uno de los principales centros del comercio británico, algo que con la llegada del ferrocarril en 1848 consecuencia de la revolución industrial fue en aumento.
Leeds ha sabido superar a la perfección el declive de las ciudades industriales y eso queda patente al pasear por sus calles, donde los edificios antiguos están mezclados en perfecta sintonía con los modernos. Es difícil encontrar una ciudad en el que esto ocurra. En ocasiones encontramos verdaderos desastres arquitectónicos. No es fácil encontrar edificios antiguos, rodeados de centros comerciales llenos de luces sin que uno se tape los ojos del susto. Son precisamente los centros comerciales otro punto que llama la atención de la ciudad. El centro está inundado de ellos y la mayoría de ellos tienen pasillos interiores que comunican unas calles con otras. Algo que los compradores impulsivos agradecerán y que sirve de refugio contra el frío para el resto.
Siempre se dice que cuando se visita una ciudad hay que dejarse algo para la próxima vez que se visite. En mi caso es Elland Road, estadio del equipo de fútbol de la ciudad, el Leeds United. Como amante del fútbol británico, no puedo dejar de recordar al fantástico equipo de los últimos años del siglo pasado y los comienzos de este, con Rio Ferdinand, Harry Kewell, Jonathan Woodgate, Mark Viduka o Alan Smith, que llegó incluso a una semifinal de la Copa de Europa en 2001. He decidido aplazar mi visita a dicho estadio para cuando consigan volver a la Premier League, ojalá que el año que viene.