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Londres se viste de rojo

Centenares de españoles inundan las calles de la capital británica para festejar la victoria de la selección en la Eurocopa

«Yo soy de los que acaba el partido y piensa en lo felices que estarán en Navalacruz» (el pueblo de sus padres), reconocía hace poco Iker Casillas en una entrevista. Seguro que cuando el capitán de la Selección Española de fútbol levantó la última Eurocopa se acordó de los suyos, disfrutando y emocionándose en ese pequeño pueblo abulense. Y como él, cada uno de los jugadores del combinado nacional pensaría en lo felices que estarían en su pueblo o ciudad. Y más aún estando tan lejos de su lugar de origen. Quizá por eso, los éxitos deportivos de tu país se viven de otra manera cuando estás fuera. Tal vez de una forma más intensa, más emotiva, pero a buen seguro diferente.

El pasado 1 de julio España se proclamó campeona de Europa por tercera vez en su historia y el país entero se fue de fiesta para celebrarlo. Pero también se festejó este éxito más allá de las fronteras hispanas. En Londres, centenares de españoles tiñeron de rojo las calles de la capital británica al grito de «¡Campeones!». Piccadilly Circus fue el epicentro de unas celebraciones que se extendieron hasta altas horas de la madrugada. Sin incidentes reseñables, la policía sólo intervino para bajar a la gente de la fuente de los caballos, cercana a la plaza, o de la mítica fuente de Shaftesbury Memorial, en cuya estatua de Eros habían colocado una bandera española.

Durante las celebraciones se escucharon los cánticos habituales de «¡Campeones, Campeones!», «¡We are the champions!», el «¡Qué viva España!» de Manolo Escobar, o el ya mítico «¡Yo soy español, español, español!». Pero entre tanto clásico también sonó algún ‘hit’ de nuevo cuño, como «¡Somos pobres pero campeones!», un cántico reflejo de la situación económica actual.

Pero antes de que en las calles de Londres estallara la fiesta rojigualda, la tensión estaba en los bares o en las casas. Lidia, una asturiana que lleva unos meses viviendo en la capital británica, siguió el encuentro acompañada de algunos italianos. Y aunque había tensión, resalta la «rivalidad sana» con la que se vivió el choque. Lo mejor para ella fue «ver tanto español celebrando la victoria».

Un bar de Holborn fue el lugar elegido por Irene para ver la final. También se respiraba acento mediterráneo en este lugar. Y aunque reconoce que al principio hubo tensión, asegura que con el tiempo se fue calmando. Tal es así que al final acabó abrazando a los seguidores de la ‘Azzurra’ y haciéndose fotos con ellos. Esta madrileña lleva casi diez meses fuera de España y la morriña le golpeó con fuerza el pasado domingo: «viendo el partido me han entrado ganas de volver a mi país». «Allí es donde mejor se celebran estas cosas», asegura Irene.

Ambiente en los bares españoles
Pensando en la morriña quizás, en Bar&Co quisieron que los clientes se sintieran como en casa y retransmitieron la final por Telecinco. «Unas 200 personas» acudieron allí a ver el partido, según Jorge Gallardo, manager del local. En este barco-bar la fiesta se prolongó hasta las cinco de la mañana y cabe destacar además los platos con nombres futboleros como el «Xavi’s sandwich», «The Iniestazo», o «Una Del Bosque».

También hubo lleno absoluto en Jamón Jamón. «El sábado a las tres de la tarde ya tuve que parar todas las reservas porque tenía los dos pisos reservados. Hubiera podido llenar tres restaurantes» explicó Eduard Giralt, manager del restaurante.

Moisés Chía, jefe de sala del Costa Dorada, afirma que a su bar fueron «unas 300 personas». Y no sólo españoles. «Había gente de diferentes nacionalidades, desde hindúes hasta irlandeses, y también italianos», asegura. Hasta allí se desplazó un equipo de la cadena británica Sky Sports, que estuvo grabando la fiesta española y realizando algunas entrevistas.

En Zoo Bar, en Leicester Square, el lleno llegó en la final (800 personas) y se desató la locura posterior en las calles aledañas al Club. Incluso la policía, tuvo que venir para prestar apoyo a los miembros de seguridad del local, que se vieron desbordados en todo momento. Según los responsables de Zoo Bar, durante todos los partidos de España en la Eurocopa, el local estuvo abarrotado por aficionados de la Selección Española.

Pero entre tanto futbolero, también hubo españoles que vieron la final y no les gusta este deporte. Como Elena, quien dice que en España no hubiera seguido el partido y en Londres ha visto dos (semifinal y final), «lo cual para mí es mucho». Esta malagueña presenció el encuentro en un bar de Covent Garden. Después se fue a Piccadilly a celebrarlo. Ella señala que lejos de España esto se vive de otra manera. «Estando fuera da más alegría», recalca.

Tal vez por eso futboleros y no futboleros, andaluces, madrileños, catalanes o asturianos, se unieron el día de la final para celebrar la victoria de la selección. Es la cara más amable de un deporte que mueve masas, pero que no deja de ser un deporte. Por eso, con la felicidad en la cara y el orgullo en el pecho, muchos se fueron a la cama pensando en que al día siguiente tenían que levantarse para ir a trabajar.

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