Desde el punto de vista económico, pensar en el Reino Unido en general y Londres en particular evoca la imagen de la City; entidades bancarias, sucursales de aseguradoras y el mayor mercado bursátil del mundo. Las finanzas, apoyadas en otros sectores como el turismo o incluso la industria educativa, son los principales baluartes (o al menos, los más visibles) de la economía británica. Sin embargo, el Reino Unido se encuentra en un momento de inflexión, en el cual se busca dar más peso a sectores alternativos con los que asegurar un crecimiento económico sostenido que diversifique su economía.
Recientemente tuvo lugar una conferencia de la Confederación de la Industria Británica (CBI, en sus siglas en inglés) a la cual acudieron números líderes políticos y en la cual se debatieron diferentes propuestas de crecimiento económico. En especial, se incidió sobre tres sectores cuyo potencial hasta 2020 puede superar los 300.000 millones de libras: obra civil e inversión en infraestructuras, re-apuntalamiento o reshoring, y desarrollo de la tecnología financiera.
El primer apartado pasa por la renovación de la red de infraestructuras, que implica tanto la reparación de puntos ya existentes así como la creación de nuevas instalaciones. Tras 6 años de austeridad, que han supuesto la práctica paralización de la inversión en infraestructuras, la necesidad de renovación es mayor que nunca. El Plan Nacional de Infraestructuras, dotado con un presupuesto de 250.000 millones de libras y presentado recientemente por el gobierno ha generado grandes expectativas. Las nuevas carreteras o renovación de las ya existentes, la extensión de los aeropuertos de Heathrow o Gatwick, la ampliación de la red de metro en Londres o la construcción de megaproyectos como el HS2 tendrán un enorme impacto en la creación directa e indirecta de puestos de trabajo, ya que se calcula que se podrían crear alrededor de medio millón de puestos de trabajo en proyectos a corto y medio plazo.
En segundo lugar, hay un proceso de retorno de actividades manufactureras y de servicios que se habían deslocalizado a otros países, en especial China, que ha sido llamado “reapuntalamiento” o “reshoring”. Un estudio realizado por la consultora EY considera que entre 1995 y 2011 se recuperaron hasta 550.000 empleos directos y otros 150.000 indirectos asociados a la actividad industrial y de servicios en Gran Bretaña, con un valor aproximado de 316.000 millones de libras. Si bien es una tendencia que se circunscribe a actividades concretas (la producción de bienes de alto valor añadido), es algo que se viene acentuando, algo que ha sido calificado por los economistas como la “reindustrialización” de Europa. Debido a un aumento del coste del factor trabajo en los países emergentes, una mayor automatización de los procesos productivos y una reducción o contención de costes salariales en los países desarrollados, las ventajas que supone deslocalizar una empresa son cada vez menores. España y el Reino Unido lideran un cambio de tendencia que crea expectativas muy positivas en el empleo y la economía. Una estimación por la consultora EY considera que hasta 2025, creando un entorno receptivo a la inversión, se podrán crear tan sólo en el país británico hasta 275.000 puestos de trabajo asociados a la producción de bienes de alto valor añadido, con un valor aproximado de 50.000 millones de libras.
Por último, la llamada Fintech o tecnología financiera tendría un valor aproximado de 20.000 millones de libras. Es innegable el peso de Londres como el mayor centro financiero del mundo, que en los últimos años, y gracias al programa de incentivos puesto en marcha, ha logrado atraer numerosas start ups. Al mismo tiempo, el Reino Unido tiene uno de los más altos índices de uso de internet en el mundo, el mayor gasto en e-comercio en Europa y proyectos como los de Old Street (que ha pasado a ser conocido como Silicon Roundabout) demuestran la creciente importancia de la tecnología al servicio de la industria financiera. De acuerdo a la consultora Deloitte, la tecnología financiera, asociada con las telecomunicaciones, representa ya un 16% del espacio ocupado en el centro de Londres, un porcentaje que crece anualmente a ritmo de dos dígitos, y cuyo peso proporcional y absoluto se espera vaya en aumento en la próxima década.