¿Qué es el amor? ¿Hasta dónde llegan los límites de la lealtad? ¿Y los de la verdad y la mentira? ¿De cuántas maneras distintas puede interpretarse una misma realidad? ¿De qué modo intencionado puede retorcerse un hecho para llegar a convertir a las víctimas en culpables y a los culpables en víctimas? Estos y otros muchos interrogantes son los que plantea Manuel Avilés en su libro El gato tuerto, una novela basada en hechos reales que rinde homenaje a las mujeres buenas y honestas.
Itziar, la figura central de este libro, ignora la complejidad de las cuestiones legales que envuelven su propia historia. Lo que le aguarda es la -triste y trágica- aceptación de un giro drástico en su vida, aparentemente serena y feliz, debido a la acusación dirigida hacia su esposo, Alberto. Una acusación que lo conducirá a prisión y que dejará la vida de una familia feliz en la cuneta.
Avilés ha sido funcionario del Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias y ha dedicado su carrera, entre otras cosas, a combatir el terrorismo etarra. Tras 40 años de servicio y varias condecoraciones, esta novela le ha servido también para dar su opinión sobre la salud de la Justicia y la Administración españolas. Y es que tanto los personajes de El gato tuerto como los protagonistas en los que se basa este libro, se ven involucrados en una tragedia familiar cuando el marido “es acusado de una violación que es imposible tenga lugar en la forma que se describe ahí”, según el propio Avilés.
P: El gato tuerto es una novela basada en una historia real. La historia de una mujer muy conocida en la ciudad de Alicante y que se casó con un cubano. En el libro, esta pareja son Itziar y Alberto. ¿Conocía usted a los protagonistas reales?
R: A los protagonistas de esta historia los conocí cuando la historia ya había tenido lugar. Y sólo conozco a la mujer. El resto de conocimiento de esta historia es exclusivamente a través de documentación y a través de alguna entrevista con la protagonista. Al hombre no lo conozco y a los demás integrantes de la historia tampoco. Insisto, mi conocimiento de la historia es esencialmente a través de la documentación a la que he tenido acceso de la misma.
Una historia de amor idílica y que comienza en La Habana…
La novela comienza en la Habana donde una mujer conoce a un hombre, a un negro cubano. Lo digo con todo el respeto hacia los negros porque en algunos sitios, al decir negro cubano, hay gente que se enfada. Hay negros, blancos, amarillos, indios. Yo soy piel roja y no me enfado, incluso cuando me dicen: “¡Estás muy colorado!”.
¿Qué es el amor? Itziar se enamora perdidamente de Alberto, pero… ¿Pierde la protagonista del libro el sentido de la realidad por amor?
Es evidente que a cualquier ser humano el estado de enamoramiento le hace perder el sentido de la independencia y de la objetividad en relación con la persona amada. Hay quien dice y afirma abiertamente que el enamoramiento es una situación de trastorno mental transitorio.
En unas personas dura más y en otras dura menos. Ningún enamorado es objetivo en relación con el objeto o con la persona sobre la que centra su amor. No sólo en esta historia, en ninguna. Ni Romeo y Julieta, ni Marco Antonio y Cleopatra, ni Don Quijote y Dulcinea. Nadie es objetivo en relación con el objeto de su amor. Ese objeto se ensalza siempre, se mitifica, se eleva hasta los altares y consecuentemente se deforma.
Evidentemente se ha documentado con la sentencia real del caso para escribir El gato tuerto. ¿Qué es lo que le produce más tristeza o desazón sobre este caso?
Me produce desazón la tragedia que se cierne o que ensombrece la vida de una mujer buena. De una mujer trabajadora que lucha por su familia. Me produce tristeza la tragedia que se vierte sobre unos niños que no tienen culpa de nada y me produce desazón e inquietud el hecho de que la justicia pontifique sin tener absolutamente en cuenta y de manera impecable el principio de igualdad. Y que algunas pruebas no se admitan. ¿Por qué no puede emitir dictamen una doctora en psiquiatría? Yo estoy de acuerdo en que se proteja a las víctimas, pero también hay que respetar los derechos del enjuiciado.
La ley del ‘sólo sí es sí’ de la señora Montero es una ley absolutamente innecesaria. Desde que yo me presenté a la oposición de prisiones, que exigía entre otras cosas saberse de memoria el Código Penal, ya era necesario el consentimiento.
¿La ‘cagada’ de esta triste historia de amor es la infidelidad?
El gran patinazo de esta historia lo da Alberto, sin ningún género de dudas. El ser humano es muy complejo pero efectivamente es una gran ‘cagada’ porque Alberto es un hombre al que le ha tocado la lotería. Tiene una gran casa, tiene una linda familia y una situación envidiable. Se pierde por su esencia caribeña o machonga. Alberto tiene una familia formada, ha salido de una situación tercermundista como es la de Cuba y está instalado en la Europa de la abundancia… Además su mujer le adora, le venera y tiene unos hijos extraordinarios. Hay que ser un poco irreflexivo para dejarse llevar por esa tontería del coqueteo, del ligue o del tirador de tejos fácil.
¿Es El gato tuerto una crítica al sistema judicial español o es tan solo una novela?
Es solo una novela. Lo dejo clarísimo en la primera página, no es un recurso judicial ni un alegato contra el sistema. El gato tuerto es un libro que escribe una persona que ha estado 40 años en la cárcel -de servicio- y que ve cómo es imposible que una violación tenga lugar en la forma que se describe ahí. Tengo mis serias dudas acerca de la forma en que se dice tuvo lugar esa violación. Tengo la libertad de expresar esas dudas porque en este mundo la libertad -ya lo decía Don Quijote- es lo más importante. Y la capacidad de crítica respetuosa también. Hoy en día nadie es infalible y todo el mundo se puede equivocar.
Me produce tristeza la tragedia que se vierte sobre unos niños que no tienen culpa de nada. Y me produce desazón el hecho de que la justicia pontifique sin tener en cuenta y de manera impecable el principio de igualdad.
¿Cree usted, a quien por cierto le llegó a agredir una mujer dejándole una cicatriz en el brazo por un mordisco, que realmente el hombre en su esencia, es un ser tan malo?
Creo que era Lord Byron quien decía: “Cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro”. Yo tengo cada día más claro que el concepto del ser humano se acerca cada día más al concepto del filósofo Thomas Hobbes: El hombre es un lobo para el hombre. La única verdad universalmente válida es el egoísmo. Yo no tengo un concepto del hombre como ese ser angelical hecho a imagen y semejanza de un Dios en cuya existencia no creo.
Usted ha sido director en varias cárceles españolas. ¿Es el Poder Judicial intocable en España?
El Poder Judicial no es intocable porque tiene sus propios mecanismos para corregirse y puede corregir a miembros díscolos dentro de ese Poder Judicial, en el caso de que lo sean. Pero sí es cierto que el Poder Judicial es una casta bastante cerrada en sí misma y poderosísima. Respeto mucho a la administración, a la justicia. Pero creo que todo es criticable y que todo hay que ponerlo en la tela de juicio de la inteligencia y bajo la criba de la razón.
¿Qué opinión tiene de la ley del ‘sólo sí es sí’ de Irene Montero? ¿No teníamos ya un Código Penal bastante aceptable?
La ley del ‘sólo sí es sí’ de la señora Montero es una ley absolutamente innecesaria. Desde que yo me presenté a la oposición de prisiones, que exigía entre otras cosas saberse de memoria el Código Penal (el vigente entonces era el del 73), ya era necesario el consentimiento en las relaciones sexuales entre las personas. Esta señora cree que ha descubierto el consentimiento y no es cierto y desde luego la ley ha tenido que ser cambiada porque todo el mundo se hizo cruces con ella.
¿Se puede rebajar la pena al condenado?
No, la pena ya no se rebaja. Precisamente el Código Penal de Juan Alberto Belloch eliminó la redención de penas por el trabajo. Si ahora son 8 años se cumplen 8 años. Y sin son diez pues el penado cumple diez años. La única rebaja posible es el indulto particular porque también las amnistías generales están prohibidas. ¿Qué es lo que pasa? Que uno puede cumplir condena en primer grado, puede cumplirla en régimen ordinario. Además de estas situaciones, durante la condena, el condenado puede disfrutar de permisos, puede obtener el tercer grado y puede obtener la libertad condicional. Pero tan condenado está un señor en libertad condicional como un señor en primer grado. Para obtener este tipo de situaciones -que no son beneficios- el penado debe presentar garantía de vivir en libertad respetando el Código Penal.