Ya ocurrió con Hugo Chávez hace un mes, y este caso queda lejos de ser diferente. La muerte de Margaret Thatcher ha dividido en dos al mundo, tal y como lo hiciera durante su mandato como primer ministra entre 1979 y 1990. Gracias a una política de privatizaciones y liberalización económica (llevó a cabo la privatización de British Airways y BT), hizo despertar del letargo a un Reino Unido paralizado y controlado por los sindicatos.
Por otro lado, también fue conocida por sus reducciones de impuestos, recortes en gastos sociales, así como por el consiguiente deterioro de los servicios públicos. Sus reformas estaban basadas en la premisa de que los ricos se harían más ricos, pero que estos ayudarían a que los más desfavorecidos salieran adelante, idea que muchos consideran utópica y poco factible, ya que, según Sunny Hundal, columnista de The Guardian, «la gente de ‘arriba’ solo quiere hacerse más rica, mientras el resto sigue sufriendo».
Lo cierto es que ningún otro primer ministro -del signo que fuera- se ha molestado en redirigir la senda de estas reformas, que se han instaurado en la política británica y que han pasado a fundamentar las bases de este sistema capitalista establecido, también conocido como «capitalismo popular».
Gracias a una legislación aprobada durante el primer mandato de Thatcher, miles de ciudadanos tuvieron acceso a la compra de las viviendas sociales en las que vivían. En contrapartida, su victoria frente a la polémica batalla enzarzada contra el sector minero se saldó con miles de personas desempleadas en comunidades que aún no se han recuperado. Eso sí, la economía británica recaudó 1.5 billones de libras.
Thatcher fue la precursora de la Guerra de las Malvinas, que tuvo lugar en 1982, y que se saldó con una victoria británica y una soberanía que aún Argentina proclama como suya. Otra de las guerras en las que tomó parte fue la Guerra Fría. Su alianza con el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, conllevó que el país norteamericano tuviera permiso para colocar armamento nuclear en las islas británicas, después de que la Unión Soviética dispusiera sus misiles en Europa del Este. No obstante, después de esto, la mandataria entabló una relación amistosa con el ex-presidente soviético Mikhail Gorbachev, junto con el cual elaboró el plan de desmantelar todo el armamento nuclear.
Como se puede observar, todo en su trayectoria tiene una de cal y otra de arena. Despertó el mismo número de seguidores que de detractores. Tanto en vida como en muerte. Las reacciones no se han hecho esperar y las palabras de alabanza se han confrontado con las celebraciones que se llevan organizando en distintos puntos de Reino Unido desde que se dio a conocer la noticia.
Más de 200 personas se reunieron en Brixton, al sur de Londres y donde tuvieron lugar los famosos disturbios de 1981, en una concentración organizada por un grupo socialista llamado Brixton Rebels y en la que los asistentes portaban pancartas en las que se podía leer «Regocijaros: Thatcher está muerta». En Glasgow, 300 personas «celebraron» esta pérdida en una reunión organizada a través de Twitter. En Trafalgar Square, en pleno centro de Londres, se espera una asamblea el próximo sábado.
El primer ministro británico actual, David Cameron, durante una rueda de prensa celebrada ayer en Madrid ensalzó los logros de la mandataria, haciendo hincapié en el proceso de salvación que confeccionó y en el que sumió a todo Reino Unido. «Fue una persona muy patriótica que luchó por los intereses de Gran Bretaña en todos sus aspectos», comentó Cameron.
Muchos han sido los mandatarios de distintos países que han expresado su pesar. Desde el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien la denominó como una «verdadera amiga» del país norteamericano, hasta Angela Merkel, quien confesó que nunca olvidará su contribución en la superación de la partición de Europa y el fin de la Guerra Fría.
Meryl Streep, la actriz que encarnó a la primera ministra en la gran pantalla en la película dirigida por Phyllida Lloyd, La Dama de Hierro, también se ha manifestado: «Fue una pionera, voluntaria o involuntariamente, de las mujeres en la política. Es difícil pensar en alguna parte de nuestra historia actual, que no haya sido afectada por las medidas que ella aplicó en Reino Unido a finales del siglo XX».
