El Gobierno liberal demócrata anunció esta semana, por medio de su ministro del Tesoro, George Osborne, un nuevo capítulo del plan para reducir el déficit del Estado. Pero sus dos propuestas centrales no pudieron ser más ideológicas. Por un lado, el Gobierno piensa anular las ayudas por hijos a aquellas familias en las que, al menos uno de los cónyuges, tenga ingresos superiores por año de 44.000 libras.
Según estimaciones del Gobierno, este plan tendrá efecto sobre 1,2 millones de familias. Por otro, parece que David Cameron quiera promover un nuevo thatcherismo a su manera, pues la segunda medida anunciada tiene que ver con aquellos que tienen acceso a los valiosos benefits que hasta ahora otorgaba el Estado. Osborne anunció que ningún hogar podrá recibir dinero público por más 30.000 libras (el estimado medio de una familia británica).
Se calcula que un total de 50.000 familias perderán unas 93 libras semanales. Las críticas no se han hecho esperar. «El Estado de bienestar sólo puede sobrevivir si tiene el apoyo de las clases medias. Si le quitas miles de libras a familias con un hijo porque uno de los padres gana más de 44.000 libras estás dando un gran paso para socavar el Estado de bienestar», explicó Kate Stanley, directora adjunta del IPPR. Parece ser que las ayudas serán, a partir de ahora, otorgadas con lupa y cuentagotas.