Lo primero que llama la atención de Rosa Montero es su capacidad para hipnotizar audiencias. La entrada al foro abarrotado del King’s College, con el estómago pegado a la espalda y esa media sonrisa entre tímida y nerviosa, hace temer por un instante una presentación rutinaria, de puro trámite. Pero no, nada más lejos. Desde el primer momento, en pie, micrófono en mano, la autora entra a saco en las entrañas del respetable, la niñez, la muerte, el paso del tiempo, el valor de la palabra….un hablar encadenado que desemboca en las razones de cómo y porqué escribe, de esa pasión irrefrenable que según confiesa, la lleva a inventar mentiras para construir sus historias.
Y es que, entre sus habilidades se cuenta la de llegar a todo tipo de públicos, como lo demuestra el premio Mandarache, concedido a su novela Historia del Rey Transparente, un galardón ortorgado por jóvenes entre 15 y 25 años organizados en comités de lectura. También entonces se metió en el bolsillo a los 600 chavales que acudieron a la presentación del libro, antes de alzarse, con más de 1.500 votos, como ganadora del certamen
Algo que también caracteriza su trayectoria narrativa, es el compromiso de vivir pegada a su tiempo. Las primeras novelas, Crónica del desamor o Te trataré como una Reina, son punto de referencia estratégico, manual de instrucciones para entender las claves de la transición española. De su mano gran parte de una generación entró en un salto en el contexto ideológico y estético de la posmodernidad, relatora de sus resortes a través de prototipos inventados, nos dio muchas pistas para romper moldes y encarar los nuevos tiempos.
Montero desgrana sus referencias más íntimas, maneja las palabras bajo el mas puro estilo minimalista, pocas para decir mucho. Confiesa que escribe para huir del miedo nocturno a la muerte, para luchar contra el tiempo, que inventa existencias para dar sentido a la suya. Como ya antes había oído decir a otras grandes escritoras como Ana Maria Matute y Carmen Martín Gaite sobre su proceso creador, Rosa le resta importancia al producto terminado porque «es la historia te elige a ti» y se define como un mero vehículo transmisor de la misma.
Y es que la autora de La loca de la casa es una machaca de la palabra, tejedora de evasiones que nos engaña poéticamente para eludir sus obsesiones, que oh! prodigio de los tiempos, también son las nuestras. Su obra es una travesía por el inconsciente profundo donde nos reconocemos todos. La muerte, la identidad, el engaño o el amor, insuflados en sus personajes, ella misma metamorfoseada como la salamandra que le corre por el brazo.
Su última novela, Lagrimas en la lluvia es una historia de ciencia ficción cuya protagonista tecno-humana pertenece a una especie genéticamente diseñada para vivir un corto periodo de tiempo. El título es un homenaje a Blade Runner, donde en su magistral escena final, otro replicante próximo a morir, salva la vida del joven Harrison Ford, no sin antes lamentar lo efímero de la existencia.
Rosa Montero ensarta mentiras para alimentarnos con sus fantasías hechas realidad. Desde el medievo, el momento presente o el incierto futuro, su dolor nos salva, nos extrae de las garras de lo vulgar y nos sigue ofreciendo un punto de referencia meditado y cabal para comprender este loco mundo.