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Modelo a los 83 años

Se llama Daphne Selfe y puede presumir de aparecer en páginas de revistas tan importantes como Vogue a sus 83 primaveras

Junto a jovencitas como Amber Le Bon, Noemie Lenoir o Bar Refaeli, Selfe aparece en todo su esplendor, en un póster en una agencia de modelos de Covent Garden. La elegante anciana presume de su larga cabellera grisácea y su piel, a la que apenas echa cremas. Así lo explicaba al periódico inglés The Daily Mail. «Nunca me he preocupado por la piel de mi cara, nunca me he hecho un lifting ni me he puesto bótox, creo que es una pérdida de dinero. Además, ¡no me lo podía permitir!». Eso sí, la supermodelo asegura que a veces se echa alguna crema de la farmacia Boots.

Daphne ha vuelto a posar delante de una cámara en sujetador enseñando sus brazos llenos de manchas debido a su edad. «Es terrible, tanto, que siempre uso mangas largas. Pero es por una buena causa», afirma la modelo.

La causa en cuestión se denomina Oxfam’s Big Bra Hunt, una campaña que intenta recolectar sostenes para las mujeres que viven en los países en desarrollo. «Un buen sujetador les hace sentirse elegantes», declara Sarah Farquhar, jefa de operaciones de Oxfam. Y es que, al parecer, la mujer británica tiene un promedio de nueve sujetadores, de los cuales tres no usa.

Hija de un profesor, Selfe ingresó en un internado a los ocho años. A los 20 participó en un concurso a nivel local de modelaje y ganó. A partir de ahí, su carrera como supermodelo despegó hasta alcanzar la cima, trabajando para firmas como Dolce y Gabbana, Taka Naka o Michiko Koshino. Además, ha participado en anuncios de marcas como Olay y Nivea.

En cuanto a la talla, Selfe siempre se ha diferenciado mucho de lo que son las modelos de hoy en día. La británica poseía anchos hombros, grandes muslos y una cintura muy estrecha. «No podría haber sido modelo hoy en día, yo era demasiado baja y tenía unos hombros grandes de montar a caballo cuando era niña. Sin embargo, nunca me pidieron que bajase de peso en aquella época», declara orgullosa.

Sus arrugas y manchas en la piel delatan su avanzada edad, pero el brillo de sus ojos y la elegancia de sus movimientos permanecen latentes en un cuerpo que todavía puede posar delante de una cámara, a pesar de llevar grabados más de ochenta años en él.

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