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Nadal hace historia en París

El mallorquín vence a Ferrer y consigue su octavo Roland Garros convirtiéndose en el primer tenista en ganar ocho veces un mismo Grand Slam.

A pesar de que se haya convertido en algo más que habitual ver a Nadal arrasar en Roland Garros -su comodidad jugando en tierra batida es más que evidente- lo de la final de este año ha supuesto todo un hito en la historia. El tenista mallorquín se convertía en leyenda al haber sido el primer profesional en levantar ocho veces el trofeo de un mismo Grand Slam, en este caso el francés. La victoria, su duodécima de esta competición, también le situaba como el tenista que más triunfos acumula en el Roland Garros con un total de 59 partidos ganados. Su victoria, no obstante, se llevó a cabo en un partido que no cumplió precisamente con las expectativas de una gran final. Empezaba el encuentro en la tarde del domingo pasado y parecía que el estado de los nervios fuese distinto en ambos contrincantes. Mientras que las estadísticas daban a Nadal la suficiente confianza como para visualizar la victoria, Ferrer tenía por delante a un rival más que respetable, que ha conseguido 15 triunfos durante los ocho años que han pasado desde que el tenista alicantino le ganase el único partido en tierra batida. Puede que eso mismo fuese lo que marcó la actitud de David Ferrer, que tras perder el primer Break continuó jugando con la calma de quien, quizás, era consciente desde el primer momento de las distancias en el juego.

En medio de un incesante desgaste -en poco más de media hora el 5-1 de Nadal campeaba en el marcador de la Philippe Chartrier- un espontáneo protagonizó la anécdota del partido, cuando, enmascarado y sin camiseta, saltó al terreno de juego con una bengala encendida en la mano, en lo que pareció un intento por protestar contra el matrimonio homosexual, asunto que tanta controversia está teniendo en el país galo. Justo en ese momento el personal de seguridad del torneo reaccionó con inmediatez, llevándose al boicoteador y protegiendo a los tenistas. Tras ello, Rafa Nadal agradeció al guardaespaldas más cercano su labor.

Con un desarrollo que no dio pie a la esperanza de ninguna gesta heroica, en poco más de dos horas Nadal superaba a Ferrer por 6-3, 6-2, 6-3, despejando todas las dudas sobre el éxito de su regreso a la élite del tenis después de la lesión de rodilla que amenazó su carrera la temporada pasada. Aunque la tercera y última manga estuvo más igualada, en parte porque Ferrer arriesgó más y Nadal bajó un poco la guardia, el de Manacor no dejó que la situación cambiase y cerró el partido con su servicio sin desperdiciar ninguna opción. Ni la fina lluvia ni los incidentes que despistaron a los deportistas pudieron evitar un final que parecía sentenciado desde los primeros minutos de juego.

A pesar de las muchas veces que Rafa ha ganado en París, el campeón llevó a cabo una caída de espaldas de rigor. También derramó unas lágrimas mientras sonaba el himno y, como no, tuvo unas palabras gentiles para el vencido. En este sentido felicitó a Ferrer «por haber hecho un fantástico torneo y por ser un luchador». A ello añadió que «tanto David como todo su equipo merecen estar aquí, y les deseo lo mejor de lo mejor». A este respecto, es importante recordar que el alicantino participaba en su primera final en un Grand Slam, después de haber trabajado muy duro y todo lo que ello conlleva.

El mallorquín, de 27 años, señaló que «nunca imaginé que algo así podría ocurrir, pero aquí estoy y solo puedo dar las gracias a todos aquellos que me han apoyado durante toda mi carrera». También subrayó que la del pasado domingo fue una de las victorias más especiales y quiso mostrar su agradecimiento a todos los que le han apoyado durante su carrera, «especialmente durante el año pasado», refiriéndose a cuando pasó por el mal momento de tener que permanecer fuera de las pistas durante siete meses por la lesión de su rodilla. «Gracias a todo el mundo», exclamó en francés Nadal, quien explicó que la clave para llegar a sumar doce títulos del Grand Slam -ocho de ellos en París- es tener constancia en el trabajo desde la infancia. En definitiva, Nadal consiguió levantar la Copa de los Mosqueteros con comodidad en una final con marcado acento español, convirtiéndose en indiscutible Rey de París.

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