{jathumbnail off}Y no hablo precisamente de la canción de Marisol, sino de la gran polémica transoceánica que ha habido con la famosa reforma para la Ortografía española anunciada por la RAE (Real Academia Española) que, al final ha quedado en agua de borrajas, ¡gracias al cielo!. Esta nueva edición de la Ortografía ha sido fruto del trabajo conjunto de las veintidós Academias de la Lengua y la reforma se ha hecho pública esta semana en la Feria del Libro de Guadalajara (México), tras una gran controversia que ha creado una interminable lista de protestas en las redes sociales de Internet, así como entre profesionales del sector, incluyendo escritores, profesores, filólogos, traductores y lingüistas entre otros.
Esto ha ocurrido a causa de la publicación de algunos ejemplos de la reforma cuando ésta todavía estaba en pleno debate.
Recuerdo que el año pasado, cuando se elaboró la «Nueva Gramática de la lengua española», después de 11 años de trabajo, ya hubo mucho ajetreo, pero nada comparado al que ha habido con la Reforma de la Ortografía.
En un principio, tal como dijo la RAE que, durante años ha preparado la nueva Ortografía en San Millán de la Cogolla (Rioja, España), su intención era revisar las distintas opciones abiertas por algunas normas, sin embargo, la mayoría no se han llevado a cabo finalmente.
Quizá uno de los puntos que desató más discusión fue el miedo a que desapareciera la «i griega» y pasara a denominarse «ye». De ahí la ironía en llamarla «La Reforma Yeyé» en algunas redes sociales y medios de comunicación. Por suerte, y lo digo como lingüista que soy, han decidido que se acepten ambas. Personalmente, me sentiría que estoy cantando la canción de Marisol cada vez que pronunciara la «ye». Y que quede constancia que no tengo nada en contra de esa maravillosa cantante y actriz que estuvo presente en nuestras pantallas, principalmente desde los años 60 hasta los 80, de hecho soy una fan de sus canciones y películas, pero una cosa es el movimiento yeyé y otra muy distinta la ortografía española.
Dentro de la propuesta de unificación de los posibles cambios con los nombres de las letras, cabe mencionar también la «b» y la «V», así como la «uve doble», ya que iban a eliminar los términos «be alta», «be baja» y «uve doble» entre otros, lo cual causó un fuerte revuelo. Finalmente, se aceptan todos así que ni España va a llorar más por el miedo a perder la «i griega, ni la «uve doble», ni en Latinoamérica van a verter más lágrimas por la «be alta», «be baja» y la «doble ve».
Sin embargo, «guion» ya no lleva tilde, ni hui, ni truhan… ¡cómo nos va a costar eso a algunos! En fin, que los monosílabos con diptongo ortográfico no llevan tilde, ¡y punto!
Y si os preguntáis qué pasa con la conjunción «o» cuando aparece entre cifras; o si la letra «k», que ya es plenamente española, hace que elimine la «q» como letra que representa por sí sola el fonema /K/, no dudéis en consultar la nueva edición de la Ortografía de la RAE, que se publicará antes de Navidades, una obra con normas comunes a todo el ámbito hispánico, con ejemplos de cada zona. Yo no sé vosotros pero, ¡yo la espero con anhelo!