Llega el otoño y con él, todas las alegrías que a sus amantes puede traer. No hace excesivo calor, temperatura agradable, puedes ponerte tus chaquetas y jerséis favoritos. Sin embargo, no todo es un camino de rosas. Con el otoño vienen acompañados los primeros estornudos, dolor de garganta y fiebre, y ganas de no hacer nada. El año pasado en Reino Unido fallecieron más de 120 personas a causa de la enfermedad de la gripe y es que el año pasado se tuvo uno de los picos más fuertes de gripe de los últimos siete años.
Sin embargo, ¿de dónde procede el nombre de la gripe? También se le denomina influencia o catarro. Y hay muchos tipos, gripe española, porcina, etc. Junto con el nombre de otras enfermedades, en este artículo se va a explicar la forma errónea que se ha tenido habitualmente de denominar a ciertas enfermedades y las consecuencias políticas, sociales y económicas que un simple nombre ha causado.
Laura Spinney en su libro ‘Jineta Pálido: La gripe española de 1918 y cómo cambió al mundo’ argumenta que al surgir una nueva enfermedad, la primera preocupación es poder nombrarla. Los motivos son diversos, pero sobre todo prácticos. Si no puedes nombrar al problema, será más difícil ponerle solución, investigar sobre él o discutir las diferentes soluciones. Sin embargo, la opción por la que se hace tan importante nombrar una nueva amenaza es para poder transmitir un mensaje de salud pública, determinar cuales son sus causas, su procedencia y poder prevenir a la sociedad.
Los problemas que puede acarrear la errónea denominación de una enfermedad
El problema surge cuando al denominar una enfermedad estás perjudicando a los habitantes de una zona geográfica, a un sector de la sociedad o un grupo étnico. Por ello es importante conocer dónde surge una epidemia y cual es su vía de transmisión. Existen muchos ejemplos en los que un simple nombre ha perjudicado a sectores completos. El caso más evidente lo tenemos en la denominación de la gripe porcina. Es cierto que puede ser que la transmisión surgió de cerdos a humanos. Sin embargo, la propagación de la enfermedad fue entre humanos. Esto fue el detonante que la convirtió en una enfermedad mortal y peligrosa. Acarreó graves problemas, ya que en varias partes del mundo, como Egipto sacrificaron a 300.000 puercos, y otros muchos países prohibieron las importaciones de carne porcina.
La gripe española no era española
Otro de los ejemplos que existen, es la conocida gripe española que no nació en España. Este año se conmemora el primer caso de la enfermedad que cobró miles de vidas. Aunque no se tiene muy claro dónde fue su lugar de origen, se cree que los primeros en padecerlas fueron los americanos. El motivo por el que se le denominó española fue porque España durante la Primera Guerra Mundial era neutral. Y fue durante estos años, cuando se sufrió dicha epidemia. Por lo tanto, la prensa española no censuraba sus diarios, cosa que sí hacían otros países como Francia, Reino Unido o Estados Unidos para no crispar los ánimos de sus ciudadanos y siguieran luchando en la contienda. Como España era la única nación que hablaba de la enfermedad, cuando hubo el primer caso en Madrid todos los países aprovecharon para determinar España como el núcleo de transmisión.
La enfermedad del legionario no solo la sufrían militares
Aunque el caso de la gripe española fue un error o más bien una estrategia política, denominar una enfermedad con el nombre de un lugar ha sido muy recurrente en la historia. Así existe la fiebre de Malta, la fiebre del Mediterráneo Familiar o el ébola, que se llama así por el río cercano a la tribu donde nacieron los primeros casos de esta enfermedad mortal.
Fuente: PixabayTambién es muy frecuente denominar a estas amenazas físicas, por el nombre de animales. Por ejemplo, varicela en inglés es chicken pox debido al pollo. Otra forma de denominación, fue llamar a la enfermedad por el nombre de las personas que la sufrían. De ahí nace la enfermedad de legionario, llamada así porque en 1976 el primer brote de este mal surgió en la Legión Americana.
También se puede denominar a una enfermedad por el nombre del científico que consigue determinar el origen del problema. El síndrome de Down o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (enfermedad de las vacas locas) son algunos de estos ejemplos. Sin embargo algunos científicos se niegan a que un mal mortal se llame como ellos.
Los peligros que puede ocasionar el nombre de una enfermedad
Vuelos cancelados, pérdidas económicas en determinados sectores y exclusión de grupos sociales, son algunos de los problemas que puede ocasionar una mala determinación de una enfermedad. Por ello, en 2015 la Organización Mundial de la Salud estableció una nueva normativa con la que pretende que las nuevas enfermedades se cataloguen con nombres neutros y que no hagan referencia a lugares geográficos, animales, ni grupos de personas.
Sin embargo, científicos, lingüísticos y médicos han advertido de los peligros que esto puede ocasionar. El nombre de una enfermedad se establece para prevenir y alertar a la población sobre dónde y por qué se origina. Los nombres neutrales, que no se recuerden, provocarían el cáos y la desinformación.