Marco Berger nos trae al plato su primer largometraje: Plan B. El DVD me llega a casa con una pequeña nota para la crítica de la película que ya ha viajado por unos cuantos países en festivales y concursos, y que será estrenada en el Reino Unido para el xx de Septiembre.
El joven director argentino no se asusta ya ante los jurados y los grandes públicos de festivales y muestras. Sus cortometrajes previos como El reloj han pasado por algunas importantes secciones de concursos de la talla de Cannes o el BAFICI en su país natal, llevándose muy buenas críticas. Más de uno de los que ha seguido su trayectoria se sorprende por la repetición de la temática gay en las producciones del argentino. «Plan B está inspirada en situaciones que experimenté yo. Siempre comento que tengo una especie de imán con heterosexuales en estado de confusión. Por eso, la película muestra la tensión que hay muchas veces entre hombres y que se niega o esconde por lo que todavía implica cultural y socialmente», explica Marco. En fin, había que ver la cinta.
Bruno (Manuel Vignau) es un joven que mantiene una curiosa relación con su ex novia. Aunque ya no están juntos y ella ha comenzado con otro, siguen viéndose a menudo y compartiendo cama. Bruno quiere a Laura de vuelta (Mercedes Quinteros) y no puede soportar verla con su nuevo novio Pablo (Lucas Ferraro) el que, por lo visto, flirtea un poco con las varias posibilidades de su sexualidad. El plan de Bruno se enciende como una chispa sobre su cabeza: logrará seducir a Pablo para recuperar a Laura. Por supuesto aquí Bruno entra en todo un complicado mundo de identidades sexuales, curiosidad por lo no explorado y sentimientos. Sin querer se mete en un juego un tanto peliagudo del que saldrá escaldado. El héroe vuelve a casa cambiado.
El espectador va a agradecer sin duda la humildad y sencillez de la producción de Plan B. La película no es pretenciosa, no quiere demostrar nada, no se regocija en el ego trip de muchas de las cintas que nos podemos encontrar de vez en cuando en los festivales. Plan B se sienta bien lejos de las creaciones de esos personajes que piensan que hacer cine independiente significa filmar lo primero que se les ocurra – normalmente mientras más abstracto mejor – porque, como genios expresionistas que son, están mostrando su complejo mundo interno. En fin. Qué gusto encontrase con Plan B.
Sin embargo el gusto y la tendencia por lo simple no debe tomarse como llano simplismo, que no es lo mismo y la asociación es peligrosa. Si la primera no se utiliza con cuidado, se empieza a tocar los terrenos de la segunda. Berger viene del teatro y, no se sabe si a propósito o por influencia inconsciente, queda demasiado reflejado en la producción. Se echa mucho de menos en Plan B el uso de la imagen por sí misma como elemento expresivo, la luz, el sonido… La actuación está bien tratada y manejada, los personajes se desarrollan más o menos bien, aunque también se extraña un poco más de profundidad en una historia que toca los asuntos de la intimidad del ser humano. El problema es que la cámara se limita a mostrar sin participar y muchas veces los largos planos fijos no tienen sentido narrativo, sacándonos de la historia de un modo incómodo. Bien es cierto que el film fue rodado en 10 días mientras que el guión estuvo más de un año terminado esperando a ser utilizado. Sin embargo la producción de Berger no es para nada mala y se beneficiaría muchísimo de una buena planificación previa al rodaje y del uso de los elementos expresivos cinematográficos, que para eso están ahí.
Merece la pena sentarse a verlo. Es un film sencillo, simpático y del que muchos podemos aprender algo. Me causa curiosidad saber qué va a ser de este joven director. Definitivamente apunto su nombre en mi agenda. Estaré pendiente de su próxima producción porque es interesante ver cómo un director así, encaminado y con sensibilidad por la historia, puede progresar y madurar; ver si empieza a añadir los elementos cinematográficos con más soltura mientras mantiene esa buena atención hacia los actores.
Plan B puede no convertirse en un éxito rotundo ni levantar mucha algarabía, pero la película definitivamente muestra un potencial del creador que, si éste aprende de sus pros y sus contras, puede llegar crear material muy interesante. «Mi historia con el cine arrastra años de deseo. Mi primer guión de largometraje lo escribí con un amigo a los dieciséis. Recién nueve años después tuve la posibilidad de empezar a estudiar. Fue luego de tres años de vivir en Noruega, la tierra de mi padre, donde conseguí una beca para la Universidad del Cine, en Argentina». Y el chaval tiene toda la pinta de querer seguir aprendiendo.