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Praga, la ciudad más bonita del mundo

Las calles medievales de la capital de la República Checa invitan a perderse por uno de los cascos históricos mejor conservados de Europa

En la vida hay que escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Pero el dicho bien podría incluir una visita a Praga. La capital de la República Checa es para muchos viajeros experimentados la más bonita del mundo. Sus calles medievales invitan a perderse por uno de los cascos históricos mejor conservados de Europa. La Praga turística está en los barrios de ‘Stare Mêsto’ o ‘Ciudad Vieja’ y ‘Malá Strana’, aunque también es muy recomendable visitar zonas como ‘Josefov’ –el barrio judío- o ‘Nôve Mesto’, la ‘Ciudad Nueva’.

En el centro de la ‘Ciudad Vieja’ se encuentra la Plaza del Ayuntamiento, corazón y alma de Praga que enseguida cautiva a uno por el encanto de sus señoriales edificios y el ambiente tan agradable que se respira. También por el reloj astronómico del edificio consistorial, que data del siglo XV y cada hora de 10.00 a 21.00 reúne a cientos de personas. Contemplan el desfile de los apóstoles que marcan las horas junto al repicar de campanas, el cantar de los gallos y otras figuras que simbolizan la vanidad, la miseria, la muerte y el turco.

Además del reloj, en esta plaza se puede disfrutar de la iglesia gótica de Nuestra Señora de Týn, con unas características torres que constituyen uno de los símbolos de Praga. Para acceder al templo hay que adentrarse por los arcos y porches de la Casa de la Campana de Piedra, edificio que suele albergar exposiciones. A unos pasos está una de las dos iglesias barrocas de San Nicolás que existen en la ciudad.

Catedral. Dedicada a San Vito, es uno de los templos góticos más grandes de Europa.

Un puente con vida propia

Callejeando por la ‘Ciudad Vieja’ uno llega hasta uno de los puntos con más ambiente de Praga: el puente de Carlos IV. Sus más de quinientos metros de longitud unen las dos orillas del Moldava y dan acceso a ‘Malá Strana’, donde se sitúa el complejo del castillo y la catedral. A lo largo del puente hay treinta estatuas religiosas y decenas de vendedores ambulantes, auténticos artistas que, por unas cuantas coronas, –una equivale a tres céntimos de euro- te ofrecen preciosos grabados o acuarelas con las panorámicas más impresionantes de la ciudad. Sin duda, un buen recuerdo.

Pasar al otro lado del puente te puede llevar media hora o más, depende del tiempo que uno dedique a ver los puestos de venta o a hacer fotos. La primera calle que los visitantes pisan tras atravesar un torreón es Mostecká. Enseguida uno llega a la segunda iglesia barroca de San Nicolás, a la que se entra previo pago. También pasando por caja se puede subir a una de sus torres, pero desde el castillo se pueden disfrutar de mejores vistas, gratis y sin subir escaleras.

Visitar el complejo del castillo y la catedral de San Vito –de estilo gótico- cuesta al menos una mañana. La catedral -bella por dentro y por fuera- es uno de los templos góticos más grandes de Europa, iniciado por el rey Juan de Luxemburgo en el siglo XIV. Si se tiene suerte, se pueden ver los cambios de turno de los guardias que custodian la entrada al recinto, que no ha perdido su función política, pues alberga la sede del gobierno checo. Es importante no irse del castillo sin pasear por los jardines reales y contemplar unas panorámicas impresionantes.

Gastronomía y recuerdos

Si uno quiere comprar recuerdos, como copas de cristal de Bohemia o piedras semipreciosas como el ámbar, es aconsejable comparar precios en tiendas de ‘Malá Strana’, una zona más económica que la ‘Ciudad Vieja’. A la hora de comer, nadie se quedará con hambre. Lo más típico es la carne, cerdo y ternera especialmente, presentada con patatas hervidas y otras guarniciones a base de pan o cebollas en vinagre. El ‘gulás’ es otro plato tradicional. Si uno va a pedir agua tiene que dejar claro que la quiere sin gas. Y si se opta por cerveza, hay que remarcar el tamaño o de lo contrario te sirven una jarra de medio litro.

¿Cuándo ir? Los meses de mayo o junio son dos épocas muy aconsejables: hay menos turistas y el tiempo ya invita a quitarse la chaqueta. Los hoteles resultan económicos, y el cambio de moneda favorece. Easyjet conecta London-Stansted con Praga y Ryanair vuela hasta Brno, ciudad situada a dos horas de la capital checa.

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