Los científicos han celebrado hoy un «hito» en la investigación de la salud mental al comenzar, en un hospital del sur de Londres, el mayor ensayo mundial para concluir si las setas alucinógenas pueden tratar la depresión.
El estudio, conocido como COMP006, evaluará si la psilocibina, sustancia química presente en las setas alucinógenas, puede ayudar a aliviar los síntomas de esta enfermedad que afecta a unas tres de cada 100 personas en Inglaterra. El ensayo se llevará a cabo en el Centro de Investigación e Innovación en Salud Mental, inaugurado oficialmente el miércoles en el Hospital Maudsley de Camberwell.
Los participantes recibirán dosis separadas de 1 mg, 10 mg o 25 mg de psilocibina sintética y se les controlará para ver si mejoran sus síntomas. Los investigadores están especialmente interesados en saber si las dosis repetidas pueden mejorar la respuesta terapéutica. Las dosis sintéticas fueron desarrolladas por la empresa de biotecnología COMPASS Pathways, que se asoció con el Maudsley e investigadores del King’s College de Londres para realizar el ensayo.
En ensayos anteriores realizados por COMPASS se observó que las personas con depresión que tomaban una dosis única de 25 mg de psilocibina registraban una reducción significativa de los síntomas al cabo de tres semanas, en comparación con las que tomaban una dosis de 1 mg.
La psilocibina podría ayudar a aliviar los síntomas de las enfermedades mentales
Los científicos creen que la psilocibina podría ayudar a aliviar los síntomas de las enfermedades mentales, ya que puede desencadenar cambios biológicos positivos en el cerebro. Se cree que la psilocibina ayuda a las células cerebrales a reorganizar su estructura y funcionamiento de forma que puedan conectarse mejor. Esto puede ayudar a los pacientes a sentirse más conectados con su propia identidad, o con su familia y amigos.
En dosis elevadas, la psilocibina induce una experiencia psicodélica con sensaciones alteradas, euforia y alucinaciones visuales. Los hongos mágicos se utilizan a menudo con fines recreativos, pero en el Reino Unido siguen siendo una sustancia de clase B, cuya posesión conlleva una pena máxima de 7 años de prisión.
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Imagen: Depositphotos.com
