Elena García junto a una de sus creaciones.Montar tu propia empresa hoy en día supone un gran riesgo, pero si hablamos de una empresa de moda se puede definir como salto al vacío sin paracaídas. Según reflejan diversos estudios, sólo el 5% sobrevive a los cinco primeros años, pero Elena García es un ejemplo de supervivencia empresarial enfocado a moda. Esta diseñadora española llegó a Londres hace 18 años, justo al quedarse embarazada. Junto a su pareja, ambos pensaron que era el mejor sitio para criar a su hijo, asumiendo que no iba a poder trabajar con un niño pequeño y que el padre tendría mejores expectativas de trabajo, ya que es inglés. Curiosamente consiguió trabajo como traductora, intérprete, lexicógrafa… ya que estudió filología inglesa. Pero llegó el momento en el que quería hacer otras cosas y su vida cambió totalmente.
Elena se puso a trabajar con tejidos, por su propia cuenta, hasta que su marido le aconsejó que se instruyera. Empezó en una escuela de arte, formándose en grabado, fotografía… haciendo una especie de curso preparatorio para la universidad. «Hice cosas relacionadas con el arte y el diseño, no sabía muy bien por dónde iba a ir. Al final me decanté por los tejidos pero no relacionados con la moda; hacía cuadros, instalaciones… nunca pensé en la moda hasta que mi profesora me aconsejó que lo aplicara a la forma humana. Tenía mucho miedo, la verdad, pero al final me lancé».
Pero la moda es un camino incierto: «Me di cuenta que cuando acabé tenía treinta y tantos y que si me quería dedicar al mundo de la moda, teniendo esa edad y con niños, sería imposible. Además, se trabajan muchas horas por muy poco dinero y no te tratan especialmente bien [risas], entonces supe que por mi situación (casada y con dos niños) trabajar para una empresa iba a ser muy difícil». Y al final decidió montar su propia empresa. Una marca de moda que lleva su mismo nombre caracterizada por emplear tejidos naturales de lujo, principalmente seda biológica, prendas cómodas, sueltas, adornos textiles teñidos a mano, texturas poco usuales, siluetas románticas y femeninas. Pero sobre todo hablamos de diseño ecológico. «No es que sea pionera de la moda sostenible, simplemente fue una forma de seguir con un estilo de vida que ya tenía. Es que si voy a empezar un negocio desde el principio no voy a seguir algo que considero que está mal.»
¿Pero qué es eso de diseño ecológico? Elena nos cuenta que «es el diseño que tiene en cuenta su impacto en el planeta e intenta reducir los efectos nocivos de la fabricación de las prendas en el medio ambiente por medio de la utilización de materiales biodegradables, reciclados, sin pesticidas, con un mínimo consumo de agua, con procesos textiles sin productos químicos perjudiciales para la salud o el suelo, con la energía de las fábricas limpia, con confección local o con reducción en el transporte y con una total transparencia en la cadena de suministro.»
Elena indagó y se dio cuenta que la ropa que a ella le gustaba no se encontraba en las tiendas, así que con su entonces socia Ilya Fisher, empezaron a investigar con formas muy fáciles de hacer, partiendo de formas geométricas, no necesariamente de patrones, haciendo ropa con tejidos naturales y que fuera casi a la medida. Jugando con prendas que se pudieran adaptar y que pudieran cubrir varias tallas.
Pero la empresa de moda no sólo es diseño, hay mucho papeleo detrás. «El diseñador es como una estrella del rock, necesita de un manager», nos afirma Elena. «Vimos que eran todos obstáculos, sobre todo cuando todo el mundo piensa que vas a fracasar. Porque al principio es difícil. Fuimos a muchos cursos de formación para montar una empresa. Luego se supone que hay ayudas, pero como estamos haciendo una cosa que se sale un poco de la norma y no pueden rellenar el cuestionario, pues no te toca nada. Haciendo entrevistas, cuestionarios… sabiendo que al final tu modelo de negocio no lo van a encontrar y no te podrán ayudar». Aún así Elena persistió y cuenta con una empresa que poco a poco se está haciendo un hueco en el mercado, de hecho el 21 y 22 de febrero podrás encontrar sus prendas en el hotel One Aldwych (1, Aldwych, London. WC2B 4RH), en EcoLuxe, un showroom de promoción de marcas ecológicas que ella misma gestiona con otra diseñadora.
Nos afirma con entusiasmo que el consumidor poco a poco está demandando moda sostenible, pero reconoce que «es muy difícil concienciar al consumidor y enseñarle a que pague más por los productos que compra, especialmente en estos tiempos de crisis económica. La clave la tiene el consumidor y sus hábitos de consumo, ellos dictan las condiciones de fabricación de un producto, por lo tanto, cuanta más información pongamos a disposición del consumidor más posibilidades habrá para que se opte por productos sostenibles.»
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