Silvia Gamazo, Doctora en Neuropsicología clínica por la Universidad de Salamanca.
Me recibe en la biblioteca del Alfred The Great College, situado en Barbican. Se coloca sus gafas de pasta color granate y se acaricia la frente una y otra vez como si alguna idea fuera a emanar de su cabeza. Irradia felicidad. Y es que le sobran motivos, pues está desarrollando el futuro departamento de psicología de alumnos de esta escuela, en la que además llevará a cabo otra de sus grandes pasiones: la enseñanza.
Desde el año 2001 participó en la creación y desarrollo de la Unidad de Demencias en el Complejo Hospitalario de Salamanca, que compaginaba con los cursos de doctorado en la Universidad de la misma capital. Durante ocho años atendió a cientos de pacientes neurológicos haciendo valoraciones cognitivas, asistió a congresos nacionales e internacionales y publicó artículos sobre neuropsicología en revistas especializadas.
La tarea realizada tanto clínica como de investigación no se veía recompensada con un sueldo digno, sino por una beca de un laboratorio farmacéutico para desarrollar un proyecto de investigación con pacientes diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer. En 2009 lee su tesis doctoral «pero las perspectivas de futuro no eran nada buenas», asegura Silvia. «La situación no mejora, sólo me ofrecen becas y veo que no puedo seguir creciendo profesionalmente. A los siete días de leer la tesis, mi pareja me dijo que me sobraba currículo como para intentar dar el salto y ampliar mi formación en el extranjero».
Envió sus datos a varios centros europeos y comprobando en su ordenador me confirma: «Tardaron un día en contestar a mi correo. No me lo podía creer. Me escribía la jefa de uno de los departamentos de neuropsicología más importante de Europa, el National Hospital for Neurology and Neurosurgery, ubicado en la plaza londinense Queen Square. En ese momento me di cuenta de que en España estamos a años luz en cuanto a la valoración profesional, sueldo, desarrollo y perspectivas de futuro que se tiene sobre los neuropsicólogos.»
A Londres en coche
Un mes y medio después de la llamada, Silvia y su pareja metieron sus pertenencias en el coche, un pequeño «Smart» y partieron rumbo a Londres. La estancia en el hospital era en un principio de tres meses, aunque finalmente se alargó a seis. «Fue bonito mientras duró porque tan pronto como me encontré sin trabajo me frustré y llegué a pensar qué narices hacía aquí. Incluso me planteé volver a España».
Pero a pesar de estos duros momentos, fue tan gratificante para la salmantina el haber completado en Londres esa Fellow ship (nombre que reciben las estancias en el extranjero), que decidió que quería quedarse en esta ciudad, que haría lo que fuera por mejorar su inglés, aunque para ello tuviera que trabajar en bares, tiendas… donde fuera. «Empecé a hacer entrevistas hasta que me llamaron de un bar en el que afortunadamente, sólo estuve medio mes sirviendo cervezas, copas y cafés porque enseguida me surgió la oportunidad de hacer la entrevista en el college.
Silvia está desarrollando desde el primer día de trabajo el departamento de psicología de la escuela, donde además se prepara para poner en práctica otra de sus grandes pasiones, la enseñanza. Otro de los proyectos que llevará a cabo en el AGC es la creación de un departamento que ofertará becas a mujeres en situación de desigualdad en países como Pakistán, Afganistán…
De Londres, dice la Doctora de 34 años, que cualquier tema de papeleo es complicado al principio. Abrir una cuenta bancaria, solucionar una factura errónea, cada llamada es una odisea, sobre todo, hasta que no se domina el idioma, pero una vez superadas todas esas dificultades tiene claro que es su ciudad. «Me encanta Londres y soy muy feliz», asegura sonriente, y en forma de declaración de amor me pide que escriba que está aquí gracias a su novio, con el que lleva 18 años y al que le está más que agradecida por todo su apoyo.