Estreno en Londres del autor colombiano Diego Fernando Montoya
El colombiano Diego Fernando Montoya, escritor, autor y director teatral, ha presentado con éxito su último trabajo en el difícil mercado de la escena británica. Se ha revelado como un notable investigador de textos clásicos con gran pericia para adaptarlos a la realidad actual, inventando la trama que los conduce.
El estreno del grupo que dirige en la actualidad, Teatro del Presagio, ha tenido lugar en el marco del festival londinense Colombia Experimenta, una cita ineludible para tomar el pulso a la creación latinoamericana que convoca a los autores más destacados de su vanguardia creadora. Con un lenguaje trepidante, sumado a la extravagante y original puesta en escena, su obra conduce a una reflexión en clave de humor que a pocos deja indiferente. Desde Colombia, una nueva forma de entender el teatro que ha obtenido en la capital británica una calurosa acogida.
La compañía que dirige Montoya, Teatro del Presagio, ha estrenado en el Espacio RichMix de Londres la pieza ‘La Oscuridad, la Crueldad y la Risa’, que parte de la tradición festiva y grotesca de Lope de Vega, autor del Siglo de Oro español. El texto original de la confesión del pederasta y asesino del siglo XV, Gilles del Rais, fragmentos del relato medieval ‘Libro de monstruos y prodigios‘ de Ambroise Paré, poemas eróticos de Kepler o la bula sobre la herejía del Papa Inocencia VIII, así como la inspiración en Goethe, Bataille o Galileo, sirven al autor para construir una trama argumental que nos hace reflexionar sobre el presente, cuestionando nuestra propia identidad, las apariencias y la sociedad dominante que nos dicta lo qué hacer y qué pensar.
¿Cómo ha sido el proceso creativo de este montaje?
Es el resultado de un trabajo largo. Empezamos con la inquietud de Borges, estábamos interesados en sus estructuras literarias, en la idea de los laberintos y de los espejos. Y Borges nos condujo a un autor apasionante, Macedonio Fernández, un escritor argentino muy contemporáneo que nos llevó a profundizar no en una teoría estética o literaria, sino dinámica, como es la teoría del caos y los fractales, la posibilidad de encontrar un orden aparente donde no existe ninguno. Poco a poco se fueron sumando otros autores que trataban los temas de nuestro interés.
La obra atrapa al público con paisajes de seres mágicos y mitológicos que se mueven y actúan de manera frenética a través de un sutil hilo conductor . Teatro del Presagio reinventa los modos tradicionales de representación con sus escenas del absurdo, equilibrado entre el mito y la realidad, lo histórico y lo poético. La estrategia surrealista de algunas escenas apunta directamente al subconsciente colectivo, propia del psicoanálisis. «Nos interesan las aportaciones históricas del surrealismo y el futurismo – afirma el director – personalmente creo que no han podido superarse las vanguardias de principios del siglo XX, el arte llegó a un punto de transgresión tal que lo posterior no ha podido sino dar vueltas a su alrededor. En nuestro grupo, al no imponernos una estética muy precisa, nos damos la licencia de beber de todas las fuentes».
¿Cómo surgió Teatro del Presagio?
Nació en la Escuela de Bellas Artes de Cali en Colombia. El grupo se conforma primero como un proyecto de trabajo de tesis que dirige Montoya, entonces profesor de la Escuela. A partir de ahí deciden renunciar a cualquier otra actividad para dedicarse de lleno a la compañía. La compenetración entre el grupo y el director resulta evidente en el escenario ya que hay un alto nivel participativo de los actores, una discusión dialéctica constante entre todos nosotros. Hemos elegido la formula de ser un elenco estable donde todos los actores trabajan en todas las obras.
¿Cómo podrías definir la aportación de tu teatro?
Quiero romper la referencia de lo teatral, nuestra propuesta es un teatro que interlocuta porque entendemos que el teatro en esencia, es un catalizador de lo humano, como el fuego al que se convocan las personas para estar alrededor de él y nutrirse de cosas. La transgresión es una preocupación contemporánea y nosotros lo planteamos desde nuestro punto de parada que es el entorno latinoamericano. Nosotros no estamos interesados en la narrativa tradicional, en nuestros espectáculos todo esta muy suelto, muy abierto. Es el espectador quien construye la trama, a través de sus propias referencias personales.
Esta pirueta léxica ya es un reto para los hispanohablantes ¿Cómo ha sido la respuesta del público londinense?
El espectador británico es un gran entendido. Hemos presentado la obra proyectando los subtítulos en el escenario, a modo de aproximación al texto real. Afortunadamente, el teatro es multiexpresivo y no está compuesto sólo del texto literario. Una parte importante del montaje es el juego del lenguaje, pero la reflexión es la misma, forma parte de la globalidad del ser. Me consta que ha llegado a la audiencia con plena fluidez.
¿En qué se diferencia del teatro europeo y más concretamente del que se hace en Reino Unido?
Hay una distancia enorme entre el teatro inglés y nuestro teatro, en muchos aspectos. A nivel de producción los recursos son mucho mayores, nosotros hacemos un espectáculo con la décima parte de sus presupuestos. Luego está la idea de grupo, nosotros somos como una cooperativa, trabajamos todos los días desde la mañana hasta la noche, sometiendo a juicio lo mejor de cada uno. También a nivel estético, el teatro inglés está muy amarrado a la tradición de lo aristotélico y lo fabular, a la idea de contar una historia con argumento muy preciso. En lo que yo he visto de teatro inglés, es muy distinto a nuestra propuesta.