Sofá de la firma Bel&Bel, elaborado a partir de un seat 600 modelo D.¿Qué es mejor para el medio ambiente, convertir un tarro de yogurt vacío en una maceta o fundir el vidrio de dicho tarro y hacer otro de cristal reciclado? Esa es la cuestión que todo el mundo se pregunta hoy en día. Desde luego, si optamos por la segunda opción, estamos claramente contribuyendo a un gasto energético de agua, y a la consiguiente producción de CO2, lo cual no resulta muy ecológico. Upcycling consiste, sin embargo, en la transformación de un objeto inservible en otro de igual o mayor utilidad sin degradar ni modificar el material original y por tanto, tampoco contribuye a la polución del medio ambiente, que es lo que supondría su proceso de reciclaje. De hecho el upclycing está tomando un papel muy importante en la sociedad consumista de hoy en día basada en el concepto de «usar y tirar».
En realidad el nuevo término acuñado como upcycling -lo que en castellano podríamos llamar como suprareciclaje- no hace más que camuflar el término que hemos usado toda la vida para usar objetos o materiales ya usados:»reutilizar». Upcycling, un nuevo término mucho más atractivo, se ha convertido en una nueva corriente que todo el mundo tiene en boca, sobre todo en la industria del diseño, la moda e interiorismo pero que además se puede aplicar a mil y un campos diversos como puede ser la creación de ornamentos para la casa, mobiliario y joyería, entre otros.
Muchos diseñadores se han centrado en el eco-fashion, que consiste en transformar prendas de ropa vieja o telas para elaborar otra prenda completamente nueva. Además, es algo tan sencillo que uno mismo puede hacerlo en casa con un poco de paciencia, imaginación y habilidad con el hilo y la aguja. Si no eres de estos últimos pero estás a favor del eco-fashion, también existen para ti marcas de ropa independientes, como por ejemplo Goodone, que se dedica al suprareciclaje de la ropa como negocio. Esta firma londinense –que acaba de lanzar recientemente una campaña para Tesco- refleja su particular punto de vista de la moda a través de diseños innovadores, elaborados a partir del reciclaje de telas. Entre las ventajas de «upcycling ropa» se encuentra el hecho de que esta actividad promueve la reducción de la producción textil. Este aspecto es importante si se observa el aspecto de la escasez de materias primas, teniendo en cuenta el crecimiento masivo de la población, que en 2020 podría alcanzar los 1,3 billones de personas en todo el mundo, si las predicciones de la UN resultan ser ciertas y se mantienen.
En Barcelona, los artistas Bel&Bel tienen un estudio creativo donde transforman partes de Vespas en mobiliario para la casa, sillas y sofás. «Nuestra decisión de trabajar con materiales de deshecho nace de un pensamiento principalmente ecológico: el reciclaje. Estamos rodeados por objetos que caen en desuso, todo el mundo se deshace de aquello que ya no le interesa, de lo que le aburre, aunque aún esté en buen estado. Y nosotros, a partir de observar la gran cantidad de objetos inutilizados y basura que hay a nuestro alrededor, decidimos volver a aprovechar aquello que puede parecer «inútil» y darle una nueva vida, más artística y duradera», justifican Carles y Jesús, los artistas creativos de Bel&Bel.
Además, sectores como el de la joyería tampoco se ha resistido a los encantos de esta moda ecológica. Collares a partir de medias, pendientes con bolígrafos, pulseras hechas a base de anillas de latas… La imaginación no tiene límite para los diseñadores. Pero no sólo para ellos sino para todos nosotros. Hay muchas maneras de crear cosas innovadoras, valiosas, útiles o simplemente de un alto valor estético o decorativo. Uno mismo puede suprareciclar latas de conservas y convertirlas en floreros, cestas o recipientes para lápices; los CDs y DVDs pueden convertirse en colgantes o posavasos o incluso una botella de cerveza vacía puede servir de candelabro.
Y la realidad es que este nuevo concepto de upcycling ha tenido tanto éxito que compañías como Terracycle llegan incluso a pagar a particulares por sus residuos para utilizarlos después en la producción de objetos originales de uso cotidiano, como bolsos o cuadernos, eso sí al módico precio de dos peniques por cada bolígrafo usado o recipiente de yogurt. En el caso particular de Terracycle, el dinero recaudado con la venta de los productos suprareciclados va destinado a escuelas o asociaciones sin ánimo de lucro.
Está claro que los objetos que han pasado por este proceso -más bien artístico- de «suprareciclaje» son sostenibles, originales y suponen una manera de ahorrar dinero en los tiempos que pasan, pero ¿es una moda que viene para quedarse y crecer en el futuro o es algo pasajero?