Aunque la autoría de la frase se desconoce, corresponde al escritor George Orwell, autor del magnífico libro 1984, el haber hecho popular la expresión de “La historia la escriben los vencedores”. Tal hecho ayuda a comprender como la leyenda negra de Ricardo III se ha mantenido por más de cinco siglos, con su sucesor Enrique VII centrado en la ardua tarea de borrar y reescribir la biografía de dicho monarca, cacería a la que se llegó incluso a unir William Shakespeare, el cual vilificó al último monarca de la Casa de York presentándolo como un ser “repugnante y deforme”.
Sin embargo, el destino es caprichoso, y han sido necesarios más de 500 años de espera y el trabajo de numerosos expertos como la historiadora Anette Carson o el arqueólogo Richard Buckley para ofrecer una imagen más neutra del último miembro de los Plantagenet. Tras una ceremonia multitudinaria el pasado domingo en la cual los restos de Ricardo III desfilaron por más de cinco horas, éstos entraron por la puerta grande de la catedral de Leicester, tras lo cual se han mantenido unos fastos y celebraciones que se prolongarán hasta este jueves 26 de marzo.
Ese día el Rey será enterrado en una multitudinaria ceremonia con honores de Estado que será retransmitida en directo por la televisión británica. La Reina Isabel II, que desde el primer momento se ha mantenido al margen de dicho evento, ha anunciado que no asistirá al sepelio pero ha decidido delegar dicha responsabilidad en la condesa de Wessex, Sophie Rhys-Jones.
El reinado de Ricardo III fue breve (de 1483 hasta 1485), en una época tremendamente convulsa, ya que su ascenso al trono se produce durante la Guerra de las Dos Rosas que hoy inspira la popular serie Game of Thrones. Tras una infancia solitaria en la cual tuvo que exiliarse en varias ocasiones, consiguió labrarse una gran reputación como estratega militar por su papel crucial en diversas batallas. La muerte le alcanzó en la batalla de Bosworth, en un enfrentamiento con las fuerzas lancasterianas de Enrique Tudor, siendo el último rey de Inglaterra fallecido en un campo de batalla.
A él le corresponde la introducción de un principio jurídico hoy universal como es el de la presunción de inocencia, o la fundación del King’s College y el Queens College en Cambridge. El que se considera como el peor episodio de su vida, el encarcelamiento de los “príncipes de la Torre” sigue siendo a día de hoy un misterio que genera división de opiniones entre los expertos.
Su cuerpo desnudo fue expuesto y ahorcado por Enrique Tudor, para después ser enterrado sin distinciones en la iglesia de Grey Friars, en Leicester. La expansión de la ciudad por un lado y el deseo de sus sucesores de borrar cualquier referencia a dicho monarca hicieron que la localización exacta de su tumba se perdiera hasta septiembre de 2012, cuando en unas obras para la construcción de unos aparcamientos se identificaron rastros humanos.
Un examen de las lesiones en dicho esqueleto, un examen mitocondrial de un familiar lejano y la característica escoliosis hicieron que la Universidad de Leicester confirmara que el esqueleto pertenecía a Ricardo III “más allá de toda duda razonable”. Si bien en un primer momento su entierro se había previsto para principios de 2014 en la ciudad de Leicester, una apelación judicial del alcalde de York a la que se sumaron quince parientes del monarca (a su vez miembros de la “Alianza Platagenet”), paralizaron la ceremonia.
Los restos del monarca reposarán finalmente en uno de los laterales de la catedral de Leicester, en un ataúd de madera de roble inglés realizado por Michael Ibsen, su pariente lejano utilizado en la prueba del ADN mitocondrial, y con el lema Loyaulte me lie a modo de epitafio.