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Residuos con historia en contra del sistema

El artista chino Song Dong instala en el Barbican toneladas de objetos en desuso

Tras su paso por la Bienal de Venecia, el artista chino Song Dong (Beijing 1966) presenta en Londres su último trabajo en la galería The Curve, situada en el centro cultural Barbican. Una vez más el creador explora su entorno privado y construye una instalación elaborada con más de 10.000 piezas. Los elementos que componen Waste Not (No Residuos) son todos objetos cotidianos recogidos durante décadas por su madre, Zhao Xiangyuan tales como muñecos, botellas, ollas, platos, zapatos, bolsas de plástico, tejidos, envases vacíos de agua y de pasta de dientes, muebles o electrodomésticos fuera de uso. Una variopinta colección que rinde tributo a toda una generación, testigo del doloroso proceso represor sufrido en China durante la llamada ‘Revolución Cultural’.

A lo largo de su trayectoria Song Dong ha utilizado diversos lenguajes artísticos, como la performance, la instalación, la fotografía o el vídeo bajo una misma consigna: el arte debe sercrítico, subversivo. Sus propuestas, tan poéticas como reivindicativas, pretenden incitar reacciones en el colectivo.

En Waste Not, Song Dong propone dos vías de actuación que se entrelazan. Por un lado trabaja en un contexto íntimo y cercano; por otro, reflexiona sobre la transformación política, económica y social que está viviendo China. El artista se sirve aquí de la alteración del significado de los objetos -para muchos esto es solo basura- para individualizar la cultura de masas. Su obra manifiesta, asimismo, la manera en como él hace frente al rápido desarrollo de su país a través de una conexión espiritual con el pasado; el acento lo ubica en expresar los cambios radicales que la transformación social ha provocado en miembros de su familia, ya que el afán recolector de su madre se inició cuando el propio padre de Dong fue acusado de contra-revolucionario y enviado durante años a un campo de reeducación.

Todo tiene un porqué

Uno de los debates más significativos en las investigaciones artísticas en la sociedad actual, caracterizada por la producción de desigualdades de todo tipo, se centra en la relación entre los sectores dominantes y las reacciones de los sectores sociales más desfavorecidos para modificar este estado desigual. En el caso de Song Dong, su reflexión parte de una época crucial para su país.

Fue en el año 1960 cuando el presidente chino Mao Zedong anunció que se iba a iniciar una nueva revolución -la Revolución Cultural Proletaria- cuya finalidad sería una renovación sin precedente de las viejas costumbres y modos de pensar. Para muchos, aquel anuncio constituía una noticia extraordinaria sin embargo, la realidad resultó más compleja y, sobre todo, siniestra.

Lo que en apariencia era un intento de profundizar en las metas revolucionarias del partido comunista chino en realidad, fue una espesa cortina para ocultar una encarnizada lucha por el poder. Al igual que había sucedido con anterioridad en otros regímenes comunistas, las medidas económicas tomadas por Mao se habían saldado con estrepitosos desastres que se tradujeron en la muerte por inanición de decenas de millones de personas. La escasez y el racionamiento marcaron la vida de muchas generaciones. El fracaso del denominado Gran Salto Adelante abrió el camino hacia el poder a personajes como Liu Shaoqi y Deng Xiaoping que pretendían mejorar la gestión económica y evitar el colapso de un sistema que no podía aspirar a perpetuarse sólo mediante la represión más descarnada. El aumento de poder de los citados dignatarios fue interpretado por Mao como una amenaza para su posición personal. Para evitar verse relegado a un plano secundario, acusó a sus rivales de revisionistas, apeló fundamentalmente a los elementos más jóvenes del partido e intentó controlar el poder en las fuerzas armadas. A partir de ese momento, Mao recurrió al uso masivo del terror llevado a cabo fundamentalmente por los guardias rojos. Éstos, en su mayoría extremadamente jóvenes, comenzaron no sólo a criticar sino también a delatar y agredir a maestros, educadores y padres.

La actividad de recoger y re-usar objetos de todo tipo ha sido y es aún hoy día requisito indispensable para la supervivencia en China, paradójicamente, hoy convertida en modelo de expansión económica. En su conjunto, la pieza Waste Not evoca la férrea organización de la población ocasionando una clara fragmentación de clases, entre el status rural y el urbano. La diferencia de privilegios asignados a cada clase, ha fomentando la masiva migración hacia las grandes ciudades. No obstante, el espectacular avance económico de China en las últimas décadas se ha visto ensombrecido por las continuas denuncias sobre la falta de respeto a los derechos humanos de la población, incorporada de forma irregular a los sistemas productivos en masa.

Song Dong se encuadra entre los nuevos representantes del arte asiático tales como Yue Minjun, Wang Guangyi o Ai Weiwei, quienes cuestionan tanto la ideología oficial como los efectos de la globalización en su país. Desde esta perspectiva, los residuos expuestos en el Barbican adquieren el sentido de ser objetos transmisores de historias personales y evidencias del impacto político e histórico, no sólo sobre la vida familiar, sino sobre toda una saga de nuevos creadores, los cuales desarrollan múltiples mecanismos de denuncia ante los continuos abusos del floreciente sistema.

Song Dong: Waste Not
Hasta el 12 Junio de 2012
The Curve
Barbican Centre

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