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Romanticismo 2.0

Quiero más romanticismo en mi vida, pero del bueno. Ya sabes, un chico de esos que te escriben cada vez que piensan en ti solo para decírtelo y te regalan flores”, me soltó el otro día mi amiga “M” quedándose más ancha que pancha. ¿Puede ser verdad que el concepto de romanticismo sea tan subjetivo? Nada más lejos de mi ideal romántico, pensé.

A gustos colores

Y es que, claro, existen muchas clases de romanticismo, no hay una verdad absoluta en esto, está el romanticismo que quiere “M” pero también está el romanticismo que deja como única huella cajas de condones en descampados.

Descampado

No hay un romanticismo de manual, los cánones del barroco se nos quedan cortos y los cuentos Disney ya no se los traga ni la princesa. En una sociedad donde el individualismo está cada vez más en boga, no nos queda más remedio que buscar ese “human touch” en sitios insospechados.

Del amor incontrolable de dos adolescentes de trece años – si nuestro Romeo era aún imberbe cuando se quitó la vida por su Julieta-  dimos paso a que un príncipe se recorriera todas las casas del reino buscando a la dueña del zapato, pasando por hombres que regalan flores sólo cuando se sienten culpables por algo como símbolo del auténtico romanticismo.

Estoicismo moderno

¿Y qué es lo que pasa cuando alguien que es tímido te dice algo atrevido? ¿O cuando alguien cambia su discurso solo por ser capaz de llegarte más hondo? ¿O en el simple hecho de apartarte un mechón de la cara para poder mirarte mejor a los ojos mientras hablas? ¿O quizás salir del confortable calor de su casa solo por encontrarse contigo unas horas? ¿No son acaso esos pequeños gestos las verdaderas historias épicas de nuestro tiempo?

¡Ay amore!, las cosas evolucionan y hay que saber adaptarse. Quedarse atascado en el concepto añejo y frustrante de ese término obsoleto no puede traerte más que amargura.

Al final va a llevar razón “M” abogando por el romanticismo 2.0, ese que le arranca una sonrisa sólo con mirar el móvil, el que le hace vibrar con una notificación y el que la seduce con tan solo una canción. Eso sí, aquí lo dejo caer, que a nadie le amarga un dulce, en caja roja, y la fragancia de una rosa.

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