Llevas mucho tiempo en Londres. Lo sabes. Como con la Marmite, la capital británica es un lugar que adoras o que odias, a veces incluso alternando estos sentimientos a lo largo de un día, pero que no puede dejarte indiferente. Sin más ánimo que el de entretener, hoy desde El Ibérico os traemos una lista de experiencias que indicarán si comienzas a ser un auténtico londinense:
- Sabes pronunciar “Leicester Square” o “Greenwich” como lo dicen la megafonía del metro. Y corriges el error a tus amigos llegando al nivel de Hermione Granger.
- Te enfadas si en agosto Harrods aún no ha puesto a la venta adornos navideños.
- Evitas cualquier cita en lugares céntricos como el Big Ben, Piccadilly u Oxford Street durante el rush hour.
- En los pubs de la cadena Wetherspoon pides cerveza. Solamente pintas. Nada de cócteles complicados o cubatas servidos con un cubilete de alcohol, cerveza y ya está.
- Te llevas las manos a la cabeza si ves un currículum que no va acompañado de una cover letter.
- Las sirenas y el tráfico ya no te molestan más. Has aprendido a bloquear sonidos por encima de los 120 decibelios y es como si no los oyeras. Y lo mismo sucede con aquellos que tratan de convertirte en, donar dinero a o intimar contigo.
- El único efectivo que llevas encima es por si en algún momento tienes que usar un baño público.
- Nada te irrita más que una persona que camina despacio en sitios concurridos. Y si encima se para a hacerse un selfie lo fulminas con tu mirada. Algunos tenemos sitios a donde ir.
- No tienes un coche. Y ni te lo planteas. De hecho, la última vez que condujiste fue en vacaciones y no estás seguro de si recordarás como hacerlo.
- Trabajes en donde trabajes, lo harás por jornadas tan largas que la mitad de año será de noche cuando entras y cuando sales de tu puesto. Y te parece algo perfectamente normal.
- Tienes problemas respiratorios y alergias en aumento provocadas por el aire venenoso que hay en la ciudad.
- Para ti es inconcebible hacer planes un fin de semana sin antes consultar la planificación de obras para ese periodo de TFL.
- El brunch pasa a ser tu comida favorita para los días libres.
- Te pones en el lado derecho de cualquier escalera mecánica que veas. Y es algo tan interiorizado que lo mantienes incluso cuando viajas al extranjero.
- Todo ha dejado de sorprenderte en los buses nocturnos de Londres: un hombre vestido de Michael Jackson bailando en mitad de este, gente vestida de superhéroe que va a alguna carrera popular o una persona que por su acento intuyes es australiana que está descalza y lleva un sombrero a lo cocodrilo dundee.
- Eres un experto en los bocadillos de Pret a Manger, Subway y hasta conoces las especialidades del meal deal de cada supermercado.
- Gastar el doble en alquiler por una vivienda que es la mitad que la de cualquier otro amigo que tengas fuera de Londres te parece completamente normal.
- Y en tu casa has albergado todo tipo de gente, desde tu hermana a amigos de la infancia y a primos de cuarto grado y conocidos de conocidos.
- No recuerdas la última vez que miraste al cielo y viste estrellas.
- Pasas a valorar tu Oyster Card como a tu vida misma.
