Me gusta leer, pero siempre lo voy postergando, poniendo de excusa el “ritmo de vida de Londres”. Así que decidí ponerme como tarea leer un libro cada mes. Antes de empezar las vacaciones de Semana Santa e irme a Tarragona a visitar mi familia, fui al Waterstones de Piccadilly Circus y compré un libro titulado Healing the Shame, de John Bradshaw. El libro en cuestión habla de cómo sanar la vergüenza que nos domina. Pero, ¿de dónde procede la emoción de la vergüenza? Si quieres saber un poco más, puedes consultarme a través de mi terapia psicológica.
Hace miles de años, nuestros antepasados vivían en entornos difíciles. La comida escaseaba, y había animales que los podían herir o matar. Estos antepasados sobrevivieron porque formaban parte de un grupo, y los miembros de este grupo se protegían entre sí de diversos peligros. Pero si una persona hacía algo perjudicial, seguramente se le aplicaba un castigo para la supervivencia del grupo.
Vergüenza sana y vergüenza tóxica
En la actualidad, nos dedicamos a delimitar las experiencias adecuadas y no adecuadas para nosotros. Según el autor, esta vergüenza sería ‘la sana’.
En el libro habla también de otro tipo de vergüenza: ‘la tóxica’. Esta no nos indica nuestras limitaciones como persona. Nos hace sentir como si dentro de nosotros hubiera algo que nos dice que no somos merecedores de las cosas buenas. Nos hace sentir indignos.
La vergüenza tóxica aparece en nuestras relaciones más significativas de la infancia y la adolescencia, sobre todo en los vínculos más básicos, como son la familia, los profesores de escuela, los amigos, etc. Se transmite de generación en generación si no se trabaja a nivel personal. Las familias dominadas por la vergüenza tóxica se caracterizan por vivir en un sistema social rígido y cerrado, en él hay una ‘frialdad’ permanente.
Cuando un niño crece en una familia dominada por la vergüenza tóxica donde, por ejemplo, no le dedican tiempo o no le atienden cuando necesita ser escuchado, este niño que se encuentra en su época egocéntrica, pensará que es algo personal contra él. Creerá que no es merecedor de las cosas buenas o que es indigno.
Perfeccionismo: ¿beneficioso o perjudicial?
No todas las personas, pero sí la gran mayoría, cuando son adultos siguen arrastrando la creencia de que son indignos. Para compensar este sentimiento, desarrollarán un mecanismo de defensa, como puede ser el perfeccionismo.
El perfeccionismo se aprende cuando uno es valorado por lo que hace, cuando el amor y la aprobación de los padres dependen de lo que conseguimos, y no de lo que somos como personas. Esa persona, en su edad adulta, necesitará controlarlo todo. Esta necesidad de control se debe al miedo a sentirse vulnerable, ya que la vulnerabilidad va relacionada con el sentimiento de vergüenza. Necesitan controlar para no sentirse ‘defectuosos’.
La gran mayoría de los mortales tenemos un niño herido dentro de nosotros. La herramienta para trabajar esa herida es liberar el niño herido que llevamos a dentro, trabajar con nuestro árbol transgeneracional y hacer consciente lo inconsciente.
Si necesitas la ayuda de un profesional puedes contactar con Olga Gallardo, psicóloga residente en Londres. Olga lleva a cabo sus terapias de forma presencial y online, puedes ponerte en contacto con ella a través de: