Sergio Montoya presenta su última exhibición, La gran estafa
«Blah». Esto es, para Santiago Montoya, lo que diría el dinero si pudiera hablar. «Mientras China busca seguridad en el dólar estadounidense, el dólar estadounidense depende más que nunca del crecimiento económico de China. Mao mira hacia occidente, Washington mira hacia oriente». Si bien esta frase podría enmarcarse en cualquier artículo de algún diario de color salmón, este análisis económico-internacional forma parte de la explicación que el artista colombiano Santiago Montoya da sobre su propia obra Money Talks (El dinero habla). Esta creación, elaborada a base de billetes chinos y estadounidenses, se expondrá, a partir del 16 de noviembre, en la Galería Halcyon de Londres, donde se podrá disfrutar del resto de sus obras que conforman su última colección, The Great Swindle (La gran estafa).
Inspirándose en la historia política reciente, La gran estafa representa «obras que cuestionan nuestros ideales y aspiraciones colectivas, reflexionando sobre los sueños pasados de las naciones y la aparente desconexión con las realidades que les siguieron». Para ello, se vale de materiales como billetes o cupones de alimentos, y deja de lado el lienzo, los pinceles o los acrílicos para emplearse a fondo en la técnica propia del readymade, técnica consistente en hacer arte con objetos cotidianos, objetos que forman parte del uso diario. Montoya comenzó su último trabajo en 2007 antes de que la crisis económica oficialmente comenzara a desestabilizar los mercados de todo el mundo, pero como él afirma, «La serie comienza pero no termina, simplemente evoluciona».
No obstante, para tener una visión completa de la obra de Montoya es preciso remontarse al origen de su trabajo. Con tan solo 8 años, el colombiano ya empezó a desarrollar su pasión por el arte. Tomando como referencia a Pablo Picasso, el expresionismo abstracto y los sombríos y oscuros cuadros de Francisco de Goya, su propósito desde siempre ha sido encontrar la armonía entre composición y color. Pasó alrededor de diez años experimentando con el medio pictórico hasta que el trabajo de Duchamp, uno de los artistas más importantes del siglo XX y precursor de la técnica del readymade, le inspiró para tomar otro camino, y así, llegar a una conclusión: el contenido viene desde dentro y el artista no debe intervenir para intentar cambiarlo. «Así fue como comencé a elaborar estas superficies cromáticas donde los billetes trabajaban dentro de la retícula en un lenguaje abstracto y lúdico, ya que los billetes se podían retirar de la obra y llevarse en la billetera si se necesitaba algo de dinero en el día», cuenta Montoya.
Los billetes parecen jugar un papel muy importante en la obra del artista andino. Todo se remonta a una reflexión que invadió al artista, y que le llevó a concebir este «pedazo de papel«, tan poderoso en nuestras vidas y más aún en el comercio internacional, como «una superficie pintada muy convenientemente». Se refirió a los billetes como «imágenes del tiempo», y como «teatros» donde, como si de una pieza teatral se tratase, se expone la propaganda política y los eventos históricos.
Con todo esto se puede intuir que «La gran estafa» es una colección llena de mensaje y cargada con un sentido filosófico que, en muchas ocasiones, roza lo político. No obstante, según afirma Montoya, no todo es tan obvio como puede parecer: «Algunas obras de esta serie toman como punto de partida elementos que a simple vista parecen apuntar en una particular dirección política. Pero la verdad es que si te detienes un poco más, te queda la duda de si se dirige en sentido contrario al que crees que inicialmente te lleva. En buena medida, parte de esta serie juega con el espectador, pone las fichas en la mesa, y lo invita a que recorra la obra con su mente, sobre su propia visión de la historia y la situación política de nuestro tiempo».
El artista colombiano cree que lo más interesante es que una obra genere confrontación en el interior del espectador. Con La gran estafa, que estará en la Galería Halcyon hasta el 19 de diciembre, Montoya quiere generar un debate sobre diversos temas, como la noción del valor, la creación de la riqueza, o sobre cómo los individuos o las naciones han sido moldeados por este sistema de valor. «Lograr que el espectador piense en algo ya es bastante. Hay tantas imágenes hoy en día que no te dicen nada… Usualmente solo tienes un instante para seducir al espectador y luego envolverlo con lo que sea que hayas logrado con tu trabajo. Esa es la magia de una buena obra, y ese es el monumental reto de ser artista. Si sé que alguien se lleva a casa un interrogante en su mente, dormiré tranquilo», afirma Montoya.
La colección está repleta de iconos que, pese a denotar una determinada idea per se, han acabado connotando muchos conceptos que han ido variando a lo largo de los años, como el caso del símbolo de la estrella: una de color blanco puede sugerir la Revolución Estadounidense, mientras que una roja ha unido durante años a todos los comunistas del mundo, funcionando, en ambos casos, como «una señal de una escala de valores colectivos».
Aunque se siente cómodo con la técnica del readymade, para él el medio no es lo más importante. «En una obra el medio es secundario. Si el medio prevalece, pierdes el interés rápidamente. Así que ahora que hay tantas opciones nuevas, la eficacia sigue consistiendo en conquistar la mente, no solo los sentidos».
La gran estafa se expondrá en la Galería Halcyon desde el 16 de noviembre hasta el 19 de diciembre. Esta prestigiosa sala de exhibiciones es conocida por reunir no solo obras maestras de los siglos XIX y XX, sino también por atraer a numerosos artistas internacionales contemporáneos, que exponen sus colecciones en este edificio de estilo georgiano que cuenta con más de 1.100 metros cuadrados.