A finales de los 80, un grupo de estudiantes de arte de Goldsmiths College, universidad del sur de Londres, organizaba una peculiar exposición: Freeze. Ideada por el cabecilla de la clase, Damien Hirst, junto a otros quince compañeros, presentaban sus trabajos en un almacén abandonado junto al río Támesis. Allí, los artistas/estudiantes reivindicaban el arte hecho por la juventud como parte de la cultura popular. La cita se considera el punto de partida de los Young British Artists (YBA) que fueron aupados definitivamente por el magnate de la publicidad y galerista, Charles Saatchi, un par de años más tarde. Lejos de usar los formatos convencionales, los jóvenes artistas británicos se caracterizaron por realizar un arte conceptual usando materiales alternativos, creando de esta forma temáticas de carácter agresivo. Sus propuestas enfatizaban la deformidad, la violencia y el sensacionalismo a través de elementos asociados a la exploración de la muerte, al sexo y a los deseos ocultos del ser humano. Los YBA unían la influencia de Marcel Duchamp -con su énfasis en el objeto ya fabricado- a representaciones ingeniosas y poco convencionales de la vida diaria. Una promoción de creadores que, impulsados por el impacto mediático, acabaría con el liderazgo de la vanguardia neoyorquina de la época.
Casi 25 años después los componentes de la generación a la que perteneció Sarah Lucas (encabezada por Hirst, Tracey Emin, Tacita Dean, los hermanos Jake y Dinos Chapman o Chris Ofili, entre sus más destacados miembros) andan dispersos: unos, absorbidos por el establishment contra el que reaccionaron y al que escandalizaron, y otros, ya pertenecen a la Royal Academy o han sido distinguidos con el premio Turner, buque insignia de la vanguardia artística británica. Lucas, sin embargo, siempre rechazó estas nominaciones y prefirió quedar fuera de los circuitos establecidos por el arte oficial, haciendo primar su discurso sin concesiones, permaneciendo así fiel a los principios que originalmente inspiraran al grupo.
En la que es su primera gran retrospectiva, la Whitechapel Gallery ha reunido dos décadas de sus trabajos que incluyen desde los grandes éxitos de los años noventa a las novedades del presente. La muestra titulada SITUATION Absolute Beach Man Rubble hace un recorrido por sus primeras obras como Five Lists (1991), listas, escritas en lápiz sobre papel, de términos de argot para el sexo, la defecación y los genitales. En Bunny Gets Snookered (1997), Lucas comienza a utilizar medias de nylon rellenas con guata, un recurso que usará a lo largo de toda su carrera para crear formas biomórficas que se contornean hasta perder su condición de objeto, pasando a ser una forma orgánica, femenina y sensual que parece reclamar el tacto como condición primera de ser.
A través de objetos cotidianos tales como colchones, sofás desvencijados o mesas de cocina, Lucas desgrana un discurso entre crítico, irónico y provocador sobre las atribuciones sociales y culturales del cuerpo femenino enfrentado al dominio fálico, presente en múltiples formas. Penes de piedra, de escayola, impresos en papeles pintados o sobrevolando la sala, nos recuerdan continuamente la supremacía adoptada y defendida por el género masculino. La comida cobra asimismo voluptuosos significados en la obra de Lucas, desde el conocido autorretrato con dos huevos fritos en sus senos hasta la grotesca representación de la pareja y sus funciones en Au Naturel (1994), pasando por un colchón doblado por la mitad cuyos ocupantes están conformados a base de evocadoras frutas y verduras. Otro motivo bien representado y que Lucas maneja expertamente en muchas de sus instalaciones son los inodoros, asociados a los procesos básicos que utiliza para mostrar la naturaleza animal y la desnuda miseria del ser humano.
Las escenas que recrea Sarah Lucas están cargadas de erotismo pero su mensaje no es sexualmente seductor. Su trabajo actúa a modo de denuncia social donde nadie queda exento de responsabilidad: la mujer sumisa y sometida, los medios de comunicación sensacionalistas, la publicidad y la pornografía heterosexista conforman una reflexión mordaz e irónica de los comportamientos patriarcales que aún dominan las sociedades contemporáneas. La exposición incluye asimismo una serie de autorretratos (el suyo es el único rostro de la muestra) en los que Lucas posa en distintas actitudes, más o menos masculinas, desafiantes o ambiguas, en una especie de juego de investigación de su propia personalidad.
Es interesante ver cómo, a lo largo de su producción, la obra va adoptando formas más sutiles. Sin perder su poder de shock, la autora administra ahora su caudal expresivo y se hace más experta en las formas. Tal es el caso de Nice Tits (2011) donde a sus texturas habituales suma el hormigón (material que manipula de manera magistral) o a sus relucientes bronces de formas sexuadas, a los que aplica una técnica milenaria (aprendida en su estancia mexicana) usada por los aztecas para hacer brillar la obsidiana con que representaban a sus dioses.
La obra de Lucas es de alto impacto visual, a veces agresiva, aunque permanece conceptualmente profunda a lo largo de toda su trayectoria. En ella referencia la imposición política de unos roles restrictivos en una sociedad aún hoy dominada por estereotipos que solo unos pocos están interesados en desmantelar.
Más información:
Sarah Lucas: SITUATION Absolute Beach Man Rubble
Hasta el 15 de diciembre
White Chapel Gallery
Entrada libre