La universidad St George University, en Londres, en colaboración con el proyecto europeo «Smoke Free Brain«, busca a 100 voluntarios fumadores para un estudio a largo plazo que demuestre el cambio que puede provocar en un fumador el substituir el tabaco normal por el cigarrillo electrónico.
Los cigarrillos electrónicos se introducieron en el mercado inglés hace diez años y actualmente son consumidos por 2,8 millones de británicos.
Un informe realizado en 2016 por el Royal College of Physicians determinó que los riesgos para la salud a largo plazo del cigarrillo electrónico son un 95% inferiores a los del tabaco normal, impulsando su promoción entre los fumadores y su ofrecimiento, en un futuro, por parte de la NHS como herramienta substitutiva para dejar el tabaco.
El riesgo a largo plazo del cigarrillo electrónico es un 95% inferior al tabaco normal
Los voluntarios en el estudio tendrán que asistir 6 veces al mes a la clínica St George’s Hospital en Tooting para donar sangre, saliva y orina, además de realizar electroencefalogramas. Sólo podrán asistir aquellos fumadores que fumen más de 10 cigarrillos por día por un período mínimo de seis meses.
El doctor Alexis Bailey, experto en neurofarmacología en la Universidad de St George, explica: «Estamos buscando a fumadores que quieran dejar de fumar, y para ello, decidan substituir el tabaco normal por el cigarrillo electrónico durante el período de un mes. La intención es ayudar a los fumadores a cambiar un hábito de su vida para bien, analizando con pruebas el grado de toxinas en sangre cuando se substituye un cigarro tradicional por uno electrónico».
Estos nuevos cigarros han aumentado su popularidad entre los consumidores británicos en los últimos años. Parte de ello, es como consecuencia de la reducción del riesgo a contraer enfermedades. Sin embargo, siguen creándose debates entre la comunidad científica acerca de la efectividad y cómo es de saludable el inhalar éste vapor, ya que sigue conteniendo nicotina junto con otro tipo de toxinas.