Se ha convertido en un tema recurrente para los medios de comunicación, los ciudadanos británicos lo consideran uno de los mayores problemas del país y resulta innegable que esta cuestión ha influido en decisiones recientes como la salida de Reino Unido de la Unión Europea. El alarmismo con el cual se trata un tema tan delicado como el de la inmigración influye de sobremanera en la opinión pública y se refleja en múltiples aspectos del día a día del país, desde el económico al político. Sin embargo, son muchos los que desconocen el sistema que se sigue para contabilizar el número de inmigrantes y emigrantes y las lagunas en torno al mismo.
En primer lugar, cabe recalcar que la inmigración en términos netos en el Reino Unido es un fenómeno relativamente reciente. Es cierto que en el pasado, y coincidiendo con eventos muy particulares en determinados momentos históricos tales como guerras o recesiones económicas, se produjo la llegada de colectivos más o menos numerosos de países que tradicionalmente han mantenido vínculos con Reino Unido como Jamaica, India o Pakistán. Sin embargo, éstos se vieron compensados con la emigración de nativos a otros países con economías más dinámicas como Australia o Estados Unidos. Es a principios de la década de los 90, y especialmente con la llegada de Tony Blair al poder, cuando la situación cambia y Reino Unido comienza a ser receptor neto, una tendencia que se aceleró cuando se eliminó la restricción a la libertad de movimientos dentro de los países del bloque comunitario y que ha aumentado en los últimos años. Desde hace años se menciona que sería necesario establecer un límite de 100.000 inmigrantes al año, una cantidad que desde hace una década se dice que ha sido rebasada con creces. Quizás un análisis objetivo del sistema de medición podría mostrarnos que éste no es del todo fiable.
International Passenger Survey, un sistema de medición de 1961
Hasta principios de la década de los 60, Reino Unido no llevaba ningún registro de los movimientos migratorios en el país. Hubo que esperar hasta principios de 1961 cuando se impuso un sistema de cálculo de llegadas llamado International Passenger Survey (en adelante, IPS). [pullquote]En realidad, este método no estaba pensado para ser usado como sistema de registro del número de inmigrantes, sino que fue implantado con intención de conocer cuántos turistas se recibían a efectos de calcular el volumen de ingresos que estos aportaban al conjunto de la economía. [/pullquote]En realidad, este método no estaba pensado para ser usado como sistema de registro del número de inmigrantes, sino que fue implantado con intención de conocer cuántos turistas se recibían a efectos de calcular el volumen de ingresos que estos aportaban al conjunto de la economía.
Sorprendentemente, y a pesar de los avances tecnológicos, el sistema apenas ha variado desde su implantación. En la actualidad, unos 240 oficiales componen el equipo del IPS, los cuales se reparten entre los principales aeropuertos y puertos del país. Su trabajo consiste en posicionarse en las terminales de llegadas y salidas y seleccionar entre 10 y 30 pasajeros al día. Se les realiza una encuesta en las cuales éstos responden una serie de preguntas que abarcan cuestiones que van desde el tiempo de permanencia a motivos del viaje.
En conjunto, cada año se entregan los resultados de alrededor de 300.000 entrevistas. Un número elevado, pero que en absoluto puede considerarse representativo ya que es cerca del 0.2% de los 200 millones de movimientos de entrada y salida que cada año tienen lugar en el conjunto de país.
El punto donde se concentra mayor número de oficiales del IPS es el aeropuerto de Heathrow, y en el caso del puerto corresponde al de Portsmouth el ser el más vigilado. El sistema presenta la ventaja de que es extremadamente económico, y dado que se ha seguido el mismo método de cálculo durante más de 50 años, los números no pueden fluctuar por variaciones en el modo de cómputo. Sin embargo, las ventajas acaban aquí, y se ven bastante sobrepasadas por los defectos implícitos al sistema.
En primer lugar, hay puntos con poco tránsito que quedan totalmente fuera del sistema de medición, puertos y aeropuertos en pequeñas ciudades que raramente serán visitados por algún oficial del IPS, por no mencionar que otros lugares, como la frontera con Irlanda, están exentos de control por un acuerdo migratorio de libre circulación que el Reino Unido y el país celta firmaron desde antes incluso de que se permitiera el libre tránsito para ciudadanos comunitarios. Por otra parte, los propios agentes están a cargo de seleccionar que entrevistas pasan el filtro, y el criterio es totalmente subjetivo. Desde la propia institución se menciona que el número de entrevistados es cercano a los 800.000 al año, pero más de la mitad son descartados si los agentes no estiman que el perfil de la persona resulta suficientemente representativo, haciéndose entrega de los mencionados 300.000 resultados anuales.
Cabe recalcar que el responder a dichas entrevistas es totalmente voluntario. El mismo organismo declara que cerca de una de cada cinco personas rechaza participar en el cuestionario, sin mencionar si estos son nacionales británicos, tradicionalmente más propensos a rehuir este tipo de acciones por considerarlas invasivas para su privacidad, o si por el contrario son ciudadanos de otras nacionalidades, y por supuesto no hay modo de verificar que lo que se declara es cierto.
El sistema de cómputo tampoco opera las 24 horas, ya que los oficiales del IPS trabajan desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche y a efectos de evitar aglomeraciones y entorpecer el tránsito, limitan sus actuaciones cuando la afluencia de pasajeros es muy elevada.
Por último y no menos importante, y tal y como se ha mencionado antes, recalcar que el sistema no lleva un registro detallado sino que se limita a una extrapolación. Las escasas entrevistas efectuadas sirven como muestra del conjunto de la inmigración en Reino Unido, con todos los errores que esto puede suponer. A la vista del sistema seguido y de las peculiaridades en el mismo, no resulta sorprendente que desde el mismo gobierno se considera como poco fiable, si bien a día de hoy tampoco hay alguna forma de registro con menor margen de error.
¿Hay algún modelo alternativo?
El imperfecto sistema ha tratado de ser mejorado en contadas ocasiones, y se intentó sustituirlo por otro hace poco más de una década. Esto fue en 2003, cuando con una inversión de más de 1.200 millones de libras el entonces primer ministro Tony Blair inauguró un programa llamado e-borders.
El sistema incluyó primero a los aeropuertos, y en 2014 incorporó a los puertos y las estaciones de trenes. Cabe mencionar que el programa ha sido definido por casi todas las fuerzas políticas como un absoluto desastre, y que incluso se llegó a romper el contrato con la compañía Raytheon encargada de gestionar el programa de control por los decepcionantes resultados obtenidos.
El ex primer ministro británico, Tony BlairLa alternativa propuesta por algunos pasa por un censo, un sistema de registros sobre el número de personas que habita cada casa o quizás la creación de un sistema de identificaciones nacionales, como el del DNI en España, pero esto chocaría con la propia idiosincrasia británica, reticente a cualquier control gubernativo, lo cual hace que al menos a medio plazo ni se estime su implantación.
Quizás el primer paso para adoptar una política migratoria más sensata sería saber el número real de personas que llegan y salen del país, sin limitarse a estadísticas con un margen de error enorme sin apenas posibilidad de ser confirmadas. Con ello quizás se evitarían alarmismos y dar fuelle a movimientos populistas. Por el momento, y tirando del refranero británico, las estadísticas sobre inmigración deberían ser tomadas «with a major dose of salt».