No podía faltar un rinconcito de Andalucía en una ciudad de las dimensiones de Londres. El gracejo y el salero del sur de España tienen su cobijo particular en uno de los puntos neurálgicos de la capital de Inglaterra, Tottenham Court Road. Sin un letrero llamativo que visualizar, quien no conozca el sitio no lo encontrará fácilmente. Quizás ese sea parte del encanto. Ese toque laberíntico hasta que se llega al bar propiamente dicho.
Ese toque de misterio es lo que le da un toque singular. Una vez dentro, Alejandro Fernández, el dueño, nos recibe guitarra en mano mientras canta. Sí, porque canta, toca, baila y arregla cualquier avería que sufra el local. La versatilidad del andaluz (Málaga; 1979) es lo que ha llevado a este bar a seguir creciendo cuando la peor época acechaba y se intuía un inminente cierre, como le pasará próximamente al Costa Dorada, el bar de enfrente, de iguales características y en íntima conexión. Pero esa es otra historia.
Rodríguez empezó trabajando en un restaurante hindú, chapurreando inglés; para después pasar por una cadena hotelera; además de otra temporada como camarero en el Costa Dorada. Finalmente, recaló en Sevilla Mía como socio. Un largo proceso que le ha llevado a regentar el bar con sus ideas, porque cuando él se hizo cargo del mismo, el ambiente no era el que imaginaba. «Había peleas, no era todo lo español que yo quería…», y a pesar de que solo lleva tres años al frente del negocio, «ahora ya es una parte de mí», reconoce.
Desde que administra el bar -aunque tiene como socio a un brasileño-, Sevilla Mía se ha convertido en el local al que acuden los españoles a los que la noche se les hace demasiado corta y no encuentran mejor sitio que un lugar español salpicado con toques andaluces que rezuma un aroma flamenco por todas las paredes. Aunque, a decir verdad, poco queda de las ilustres figuras que han pasado por aquí y por Costa Dorada. Después de sus conciertos, Paco de Lucía o Enrique Morente, entre otros, solían dejarse ver tocando y disfrutando de la calidez del público. Sin embargo, a pesar de que la asiduidad de las estrellas no es la misma que hace años, el lugar sigue conservando una gran solera, un ambiente castizo que lo hace único. «Aunque ya no vengan tantas figuras, siempre ha habido y habrá flamenco. Manuel de la Malena, guitarristas gaditanos, la compañía de danza española o bailaores famosos siguen pasando por aquí», asegura Rodríguez.
Respecto a los clientes, el propietario se sorprende cuando recibe a consumidores de localizaciones insospechadas. «Aquí he llegado a tener hasta a australianos. Me dijeron que eran fans de la página de Facebook y que tenían muchísimas ganas de conocerlo». «Se enteran por el boca a boca. Yo no he hecho ninguna promoción», añade.
Sevilla y Andalucía representan dos estereotipos españoles: el buen vivir y la fiesta.
Inicios complicados
Al empresario malagueño le ha tocado hacer de todo en este bar. Lo ha reconstruido de arriba abajo. Los más curiosos pueden ver todo el proceso que ha seguido el local, desde sus inicios a la actualidad, en la página de Facebook. «Siempre he trabajado de camarero, pero cuando vine aquí, vieron que manejaba masas y acabé por imponer mi visión: un bar con atmósfera española, como me recomendaban mis amigos».
«Considero Sevilla Mía como mi segunda casa. Aquí te encuentras un cacho de Andalucía. La decoración, con carteles de corridas de toros y abanicos, lo dice todo. Eso lo que quiero transmitir». «La idea es darle a la gente algo real, porque si te vas a un restaurante español, la camarera es polaca o de cualquier otro sitio y la música y la comida a veces no son ni siquiera española. No me han convencido. Esto es más castizo, reproduce los bares de sus barrios en España», apostilla.
Rodríguez solía frecuentar un bar en Soho, Barsolona, donde se oía música de grupos españoles como Los Rodríguez o La Unión, y de ahí trasladó la idea a su nuevo local. «A la gente que venía le pedía sugerencias, los grupos que le gustaban…para ganarme al público».
Sin embargo, el andaluz intenta compaginar esa función de empresario con el cante y el baile, sus verdaderas pasiones. «La gente venía a verme a mí. Si no estaba, se iban. Antes tocaba, cantaba y bailaba siempre, hubiera gente o no, mientras que ahora me suelo reservar para los jueves, viernes y sábados porque llega un momento en el que el cuerpo no puede más», masculle. «A veces vienen y preguntan: ‘¿a qué hora es el show?’ ¡Pero es que no hay hora establecida!, cuando me apetece toco», reflexiona.
El dueño de Sevilla Mía admite tener un trato de favor con los clientes más habituales «porque es un local más familiar». «Conozco a casi todo el mundo que viene, se quiénes son, dónde trabajan, quiénes son sus amigos y mantengo contacto con la mayoría. Es un bar más entrañable que business», concluye.
Sevilla Mía abre de martes a jueves de 17.00 a 01.30; y de viernes a sábado la hora de cierre se prolonga hasta las 02.30.
Llego a Londres desde galicia el día 3 pero soy de sevilla. De la Alameda de Hércules. Espero tener suerte.ya OS conoceré. Si alguien puede ponerse en contacto conmigo. Oju que alegría. Voy sólo. Viva sevilla.