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Slackline, acrobacias en la cuerda floja

Probablemente aún no estemos acostumbrados al término pero el slackline es una práctica que está tomando fuerza en los últimos años. Su propio nombre nos da una pista para adivinar en qué consiste esta actividad que cada vez se está haciendo más popular. Slack puede traducirse como ‘flojo’, y line en este caso hace referencia a la cinta o cuerda en que se practica. Caminar y hacer equilibrio en la cuerda floja se ha convertido en un pasatiempo de fin de semana para unos y en un estilo de vida para otros.

El slackline es un deporte de equilibrio que consiste en una cinta con diferentes grados de tensión, aunque nunca tan tensa como el cable utilizado en el funambulismo. Dependiendo del grado de tensión y la altura a la cual se coloca la cinta, se pueden hacer diferentes ejercicios y acrobacias, lo cual da lugar a distintas modalidades de práctica.

 

Resulta bastante difícil datar cuándo se originó el slackline como tal. Es asimismo complicado decir quién fue el inventor. Sin embargo, se acepta de manera general que fueron Adam Grosowski y Jeff Ellinton quienes a finales de los años setenta comenzaron a practicar equilibrios y acrobacias sobre cadenas flojas, en los cables de los aparcamientos, así como en los árboles del valle de Yosemite en California. Yosemite es una meca para los amantes de la escalada y aquí es donde desarrollaron su prodigiosa capacidad en la cuerda floja. La habilidad de Adam y Jeff era impresionante, incluso para los estándares actuales.

Podían hacer ejercicios como mantenerse en equilibrio apoyados en tan solo una mano. Mientras que caminar por un cable de acero ha sido una actividad con muchos años de tradición, con el slackline nacía un estilo completamente diferente puesto que representaba un reto y una dificultad mayor ya que la cuerda era menos estable. Fue así como nación el slackline que conocemos hoy en día. A pesar de que tuvo origen hace más de 30 años, es ahora cuando comienza a ser más popular en Europa. Ya no es extraño ver en los parques de Londres o en las playas del Reino Unido a grupos de personas intentando mantener el equilibrio en una cuerda floja.

Hay cursos para los principiantes y talleres para los más avanzados, pero todos los que lo practican destacan el nivel de concentración que hay que mantener. Lo comparan con una meditación ya que no se puede pensar en otra cosa. Dentro del slackline hay diferentes estilos. El más común es el slowline. La cinta se coloca a poca altura del suelo y con un alto grado de tensión, de esta manera los usuarios pueden hacer gran variedad de saltos y piruetas, algunos de ellos realmente espectaculares. Los principiantes tienen que conformarse con mantener el equilibrio e intentar avanzar unos metros, siempre a tan solo unos centímetros de altura del suelo.

Para los que busquen emociones más fuertes, hay una variedad del slackline llamada highline que consiste en situar la cinta incluso a cientos de metros de altura. Christian Schou es el slacker que posee el récord de altura, caminó a 1.000 metros del suelo en Kjerag Noruega, en 2006. Este tipo de actividad se suele practicar entre desfiladeros o riscos a gran altura. Lo normal es cruzar de un lado a otro con arneses de seguridad, sin embargo, en su variedad más extrema, los practicantes cruzan sin ningún tipo de protección, enfrentándose a las fuertes rachas de viento inesperadas, y al propio miedo a dar un paso en falso. A este respecto, Andy Lewis, un experto en el slackline, nos cuenta: «Me llaman loco, suicida, perturbado, imbécil… ¿Por qué va a ser diferente andar una misma línea según esté cerca o lejos del suelo? El miedo es algo intangible, un demonio invisible. Afecta a gente distinta de maneras distintas en distintos momentos. El efecto secundario más habitual de que te embargue el miedo es perder la determinación de poder ir más allá de las propias zonas de confort que te has construido en la cabeza. Cualquier cosa, por pequeña que sea, se convierte en un gran problema cuando te entra el miedo en una highline. La más leve brisa de viento te parece un huracán».

¿Por qué no te animas?

Cualquier persona puede practicarlo. No se requiere tener unas condiciones físicas especiales para caminar por una cinta. Podría decirse que es un deporte para toda la familia. A primera vista parece fácil y todo el mundo puede intentarlo. El equipamiento necesario es mínimo, y como consecuencia resulta barato. Una sola cinta puede ser utilizada por mucha gente.

Por otro lado, la espectacularidad de algunas de las acrobacias que pueden realizarse en la cuerda no tiene precio; y tampoco el gusto por la novedad y la innovación de la sociedad actual, especialmente entre los más jóvenes.

No obstante, aún hay bastante desconocimiento en relación al slackline y corre el riesgo de ser una de esas actividades que son una moda pasajera. No hay que descartar tampoco el riesgo de lesiones para aquellos que lo practiquen puesto que las caídas son bastante frecuentes.

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