Hablar de la «nueva comedia americana» es a estas alturas un cliché que parece estar perdiendo su sentido, corriendo además el peligro de taponar cualquier atisbo de novedad con respecto al humor cinematográfico. La nueva comedia del país de Obama ya ha dejado de ser nueva, en sus tres bifurcaciones: Will Ferrell & Co., las cotorras y largas películas de Judd Apatow, y los falsos documentales televisivos tipo The Office, Park and Recreations o Lovespring International (esta última todo un fracaso de sólo una temporada, a pesar de contar con la genial Jane Lynch).
The Watch (2012) se mira tanto su propio ombligo, autoconsciente de su pertenencia al tipo de ¿risas? que ha ido funcionando en los últimos años en la taquilla, que deviene en epatante al volver a repetir ciertos esquemas que ya comienzan a resultar cansinos, y más si vienen acompañados de un libreto muy soporífero.
Evan (Ben Stiller) es un ciudadano modelo, orgulloso de ser norteamericano y un ejemplo para la comunidad de Glenview, su querida y pequeña ciudad. Pero no todo es idílico en la vida de este manager de los grandes almacenes Costco: le oculta a su mujer que no puede tener hijos y además, su amigo Antonio, guardia de seguridad de Costco, ha sido asesinado y despellejado en la gran tienda.
Evan, siguiendo sus principios, creará un grupo de vigilantes urbanos con tres voluntarios: Bob (Vince Vaughn), Franklin (Jonah Hill) y Jamarcus (Richard Ayoade, conocido por la serie The IT Crowd). Este último empieza teniendo tan poca relevancia como el negro de Los cazafantasmas, para después coger mucho más protagonismo cuando todos descubren que el asesino de Antonio es un extraterrestre con muy mala leche.
El film protagonizado por un desganado Stiller, un hiperventilado Vaughn, un desaprovechado y delgado Hill, y un insípido Ayoade (solo los pelos le salvan, porque ¿hay una cara más aburrida en el cine actual sin contar con la de Miley Cirus?) no satisface casi en ninguno de los componentes que forman el conjunto. El director, Akiva Schaffer, parece únicamente preocupado por encuadrar planos, uno detrás de otro (como debe ser, claro) con horchata en la sangre y, por supuesto, alejadísimo del Joe Dante de los Gremlims (1984) o de No matarás al vecino (1989), por poner dos ejemplos con raras amenazas urbanas. La historia cae también en un incómodo, metido con calzador, discurso de buen rollito acerca de los valores familiares y la importancia de la comunicación en la pareja, moralinas que alcanzan escasa relevancia en esta película y que se lanzan al espectador como «fast food» chapucero para las masas; impagable el momento en el que Bob intenta convencer a Evan de que es más importante pararle los pies al chico que quiere acostarse con su hija antes que salvar a la humanidad del ataque alienígena, principal leit motiv de esta comedia. Tonterías las precisas.
Pero claro, Seth Rogen y su equipo tampoco pretenden que se les tache de delicados, vaya a ser que se les pueda confundir con la malograda Nora Ephron…por eso acuden a las enseñanzas de cuentos para machotes como The Hangover (2009), la enormemente decepcionante Ted (2012), o la británica y desinhibida Doghouse (2009). The Watch nos trae una nueva defensa (sin parodia ninguna, por más que intente aparentarlo) de ese tipo de virilidad de la sociedad actual: el bebedor de cerveza sin complejos, admirador de cualquier culo y tetas que haya alrededor y fraternal con la cultura gay…porque no le queda más remedio. ¿Hacen reír al menos? Pues no. Dolía incluso ver cómo cierto sector del público en la sala de cine se esforzaba por soltar alguna que otra carcajada, casi intentando quedar bien con lo que estaban viendo en pantalla…del tipo «he venido para reírme y me voy a reír como sea». Rogen, que no puede decirse que no tenga talento para las pullas verbales, fracasa junto a los otros dos guionistas de The Watch, cargando el producto de escatología, de sexo zafio, y todo aderezado con un buen puñado de «holy shits!» y «fucks» que llegan a ser tan incómodos como en la cinta del peluche hablador de McFarlane. Como diría aquel…esta es la comedia americana que nos ha dejado Zapatero.