De ella dicen que es la nueva chica Almodóvar. Quizás la sencillez es la característica que mejor le define. Con un look casual, natural, sonriente y empática, transmite una imagen fresca, sin velos. No rehúye ninguna pregunta y no duda en contar lo mal que le sentó el final precipitado de El Barco «deberíamos haber grabado un capítulo final y no el que se emitió», se sincera. Hablamos de Blanca Suárez (Madrid; 1988), quien vino a Londres para promocionar la última película de Pedro Almodóvar, Los amantes pasajeros.
-Tu personaje, Ruth, ¿cuándo se da realmente cuenta de que no quiere seguir los pasos de Alba y opta por dejar a Galán?
En el instante en el que la ve a ella y la mira a los ojos y ahí ocurre un momento mágico, revelador para ella. Se da cuenta de que no quiere seguir sus pasos. Se da cuenta, sobre todo, de que no es que no quiera, es que está cerca de llegar al estado en el que está Alba porque ni siquiera ha empezado a superar esa ruptura. Ha contado cada hora y cada día desde que él la dejó por otra. Ya cuando escuchas la primera conversación te das cuenta de que no ha pasado por ese momento. Ella cree que sí, pero realmente lo que ve el espectador es que no ha superado la ruptura. Y cuando ve a Alba, cuando ve las cosas de él tiradas se da cuenta que le afloran muchos sentimientos.
-¿Cómo se puede mantener una conversación normal, tan sincera, con una persona a la que no estás viendo?
He de decir que en el rodaje sí que estábamos uno enfrente del otro (Guillermo Toledo y yo). Yo para él no pude estar, pero él sí vino. No estaba en plano, pero estaba a un metro al lado de la cámara. Por eso tuve una conversación normal.
-Sin menospreciar a ningún otro director con los que hayas trabajado, ¿qué diferencias hay entre los demás y Pedro Almodóvar?
Veo diferencias entre él como persona y lo que significa para el cine (y lo que mueve). Mueve una producción brillante y, sorprendentemente, la gente de la productora es muy accesible y muy familiar.
Y respecto a trabajar con él, en lo profesional es alucinante porque al final es uno de los sueños que alguien que se dedica a esto puede tener, una de las máximas aspiraciones. Como persona, me sorprendió mucho el pudor que tiene. Se le tiene por una persona muy abierta, muy directa, de La Movida… y cuando le conoces es muy pudoroso y muy vergonzoso. Eso me llamó mucho la atención. Y, evidentemente, el entusiasmo, la ilusión y la entrega que pone en sus películas.
-Además de la difusión de sus películas y darte a conocer en todo el mundo por la fama que tiene, en el día a día, ¿cómo ayuda Almodóvar a que crezcas como actriz?
Me gusta mucho el pensamiento interior que hace de los personajes. Hace grandes discursos internos de ellos que te ilustran sobre todo los silencios que tienen. Eso es curioso.
¿Habrá una tercera, os llega a decir si ha quedado conforme con vuestra actuación?
Entran tantas cosas en juego: las inseguridades propias, si le encajas para un papel… todo. Pero ojalá.
¿Es más factible ganar un Goya trabajando con él?
Al revés. Hay menos posibilidades. A Pedro en los Goya siempre le niegan los premios. Si bien, sí que es verdad que eres más visible, por lo que estás en primea línea para acceder a eso. Pero mi experiencia en los Goya es que no me lo dieron (risas)
-Te oí en una entrevista que tampoco te llueven las ofertas del cielo aunque hayas trabajado con él…
Claro, ¡aunque no es la Purga de Benito! Pedro es alucinante en lo personal y en lo profesional; y sí es verdad que si tú lo sabes manejar y aprovechar, pueden surgir cosas muy bonitas.
Por ejemplo promocionándote aquí…
Claro, aprovechando estas cosas, aunque solamente sea por enriquecerte personalmente y viajar.
Y, bueno, luego está el factor suerte. Pero esto no quiere decir que de repente me llamen de todo el mundo porque todos quieren trabajar conmigo.
-¿Le pediste algún consejo durante el rodaje a Penélope Cruz, la chica Almodóvar por excelencia?
Yo la conozco de hola y adiós. Me encantaría preguntarle mil cosas, pero siendo como soy, por pudor, no lo haría. Jamás.
-Has recibido muchas críticas por «pedir trabajo» ante la situación que vive España. ¿Quieres matizar tus palabras?
Te explico. Estábamos en la fiesta de Armani y al llegar estaban Sálvame y otras televisiones. Y me preguntaron: ‘¿Qué estás haciendo ahora? Y yo dije: ahora mismo no estoy haciendo nada’ Porque era verdad. Estoy con la promoción de esta película pero ahora mismo no tengo trabajo. Pero porque este trabajo es así, porque acabas un proyecto y estás en el paro hasta que empiezas otro. Estás en tu casa y ya está, no pasa nada. Entonces empezamos a reírnos y empecé ‘estoy en paro’, en un tono jocoso y ellos me dijeron: ‘¿entonces estás buscando trabajo?» y yo respondí: evidentemente, claro que sí’. Y al final se quedó la coña de «si queréis llamarme, ahora estoy libre».
Fíjate como de un momento de risas, haces una broma y como se queda al final en un titular absurdo.
-¿Cómo explicarías a los fans de El Barco ese final tan apresurado?
Sabes lo que pasa, que eso es un final de temporada, y no de serie. Si te soy sincera no sabemos qué ocurre. De hecho, el final que está grabado fue manipulado para que fuera ese final. No era ése. Acaba bien porque en el off parece que Ulises vive, pero en realidad está muerto y yo me caso con otra persona. Se corta una serie y si no quieres grabar un capítulo de desenlace final, hay que hacerlo con lo que ya está grabado… Eso es lo que había y eso es lo que hicieron. Ojalá hubiéramos continuado más tiempo.
-Hablando de tu imagen de marca, acabas de rodar la campaña de primavera de El Corte Inglés, una firma de reconocido prestigio; has hecho 9 películas y dos series de éxito, no te parece que a veces todo va demasiado rápido, que a tus 24 años ya has cumplido muchos objetivos?
Sí. Va todo muy rápido y con muchas sorpresas. Si me pongo a pensarlo, de repente veo que he hecho cosas que antes eran sueños y ahora las estoy haciendo. Y dices, ¿esto quiere decir que a partir de aquí todo va a ser cuesta abajo? (risas)