En Londres se trabaja todos los domingos. En la imagen, puestos de comida en Candem Town.Las políticas de desregularización de horarios que lleva a cabo Reino Unido son planteadas en España a raíz de la recesión económica y el desempleo
Buckingham Palace, Camden Town y Big Ben aparte, una de las cosas que más llama la atención al español recién aterrizado en Londres, venga con beca MEC o con tarjeta de desempleo bajo el brazo, es el ambiente de cualquier calle comercial un domingo a mediodía. Una jornada en la que es habitual ver establecimientos con las puertas abiertas, aceras atestadas de gente y un trasiego similar o incluso superior al de cualquier día de la semana.
En España, la Ley de Horarios Comerciales establece que sean las Comunidades Autónomas las que fijen los días que se puede trabajar y los que no. Algo que chirría con la mentalidad protestante liberal británica en la que el individuo es la única y auténtica realidad social.
El descanso dominical, además de responder a un mandato divino, se materializó en forma de Ley en España hacia 1904, tras un siglo XIX en el que, imbuidos por las nuevas corrientes capitalistas, fueron abolidas todas las leyes medievales que regían el trabajo en función al calendario religioso, prohibiendo taxativamente trabajar el día del Señor. Esta recuperación del domingo como día de descanso fue tildada de auténtica conquista social tras décadas de constantes recortes a los derechos de los trabajadores. Sin embargo, más de un siglo después las circunstancias son bien diferentes, y no son pocas las voces que claman por la supresión de estas medidas que restringen la jornada laboral.
Mientras que en España el número de domingos y festivos en los que se pueden abrir los negocios varía en función de la Comunidad Autónoma en la que se encuentren –hay algunas menos restrictivas como la Comunidad de Madrid que permite, según calendario comercial regulado de 2011, la apertura durante 22 domingos y festivos al año–, en el Reino Unido, con una legislación laboral de las más liberales de la Unión Europea, la Ley no contempla ningún tipo de derecho al respecto, amparándonos en lo que estipule nuestro contrato con la empleadora. Esto desemboca en una realidad. Y es que en Inglaterra, Escocia, Gales o Irlanda del Norte es mucho más habitual trabajar durante los domingos, puesto que la ley simplemente advierte que esto es una decisión a tomar entre empresa y trabajador.
En general, en todo el arco católico europeo, el descanso dominical forma parte de la legislación y del imaginario colectivo. Mentalidad que choca con el protestantismo del viejo continente, encabezado por Alemania y el Reino Unido, donde esta medida no se contempla.
Con una situación económica como la que está atravesando la Unión Europea, especialmente países como España, Portugal o Grecia, en la que la recesión económica y el desempleo se han convertido en preocupaciones y realidades sociales de primer nivel, son muchos los que plantean políticas de desregularización de horarios similares a las de Reino Unido. No sería solución mágica a los problemas económicos acuciantes, pero sí sería un modo de aliviar unas tasas de desempleo atroces gracias a la intensificación de la actividad económica que esto conllevaría. Por otra parte, los detractores de esta liberalización de horarios justifican su posición en base al posible perjuicio que estas medidas llevarían aparejadas sobre el trabajador y la pequeña empresa.
Sin embargo, dichas medidas llevan décadas aplicándose en países nórdicos o en el propio Reino Unido, respetando los derechos de los trabajadores a partir de la regulación de unos turnos máximos y unas horas mínimas de descanso por semana. Los detractores de esta liberalización consideran que la medida generaría competencia desleal, la cual perjudicaría al pequeño comercio a favor de las grandes superficies. Por el contrario, las voces a favor arguyen que los comercios y negocios no deberían de restringir los horarios, siempre y cuando se respete los derechos laborales de sus empleados.
Un estudio de la consultoría estadounidense Planet Retail, afirma que países como Estados Unidos, Alemania, Suecia o Gran Bretaña han eliminado prácticamente todos los límites de horarios de apertura para el pequeño comercio. Sin embargo, España se mantiene a la cola en esta clasificación, limitando a 72 horas el ratio temporal que pueden permanecer abiertos los pequeños negocios a lo largo de la semana, ampliándose a 90 horas en cinco Comunidades Autónomas. Es por ello que la posición desfavorable con respecto a las grandes superficies viene motivada, según los propios pequeños y medianos comerciantes, por una regularización injusta de horarios.
Una vez aterrizado física y mentalmente en Londres, al español medio le cuesta poco habituarse a la dinámica de compras o de trabajo en la jornada dominical. La ciudad no experimenta ese parón, similar a la criogenización, que tiene lugar en pueblos y ciudades de España cada seis días. Quizás, en un futuro, esto deje de tener lugar.