Se ha destapado la trama de compra y venta de niños que tuvo lugar en España durante más de 40 años hasta la democracia
Uno de los temas de actualidad mediática por excelencia de los últimos meses es la trama de sustracciones y adopciones irregulares de bebés que se desarrolló en España desde la posguerra hasta los primeros años 80. La Fiscalía General del Estado abrió un proceso de investigación a principios de año y en pocas semanas recibió cientos de denuncias procedentes de todo el país de gente que buscaba a sus seres queridos, gente que había vivido durante años con la sospecha de que sus hijos estaban vivos en otro lugar, o que sus padres biológicos no eran aquellos con los que se habían criado.
Las ciudades con mayor número de casos son Madrid, Málaga, Cádiz, Sevilla y Barcelona. Las investigaciones se enfrentan a diversos obstáculos. Las personas acusadas de robo y tráfico de bebés son muy mayores o han fallecido y se ha perdido mucha documentación y archivos de los hospitales, algunos de los cuales ya no existen. Se han perdido registros de nacimientos y registros de inhumaciones, si es que los hubo, pues en muchos casos no se llegó a hacer ningún registro ya que según el Código Penal de entonces no había obligación de registrar a un bebé si moría antes de las 24 horas de vida.
La investigación, liderada por El País con su especial Vidas robadas, señala el comienzo de las irregularidades en la posguerra, incluso durante la guerra, con la sustracción de bebés de mujeres republicanas que pasaron a manos de matrimonios del bando nacional. El psiquiatra oficial del régimen franquista, Antonio Vallejo Nájera, desarrolló una teoría eugenésica según la cual los individuos de ideología marxista o de izquierdas eran genética e intelectualmente inferiores a aquellos de ideología de derechas. La puesta en práctica de esta teoría incluyó la confiscación de bebés del bando perdedor de la contienda para que se educaran en familias supuestamente superiores.
De esta primera etapa se pasó a una trama organizada de tráfico de recién nacidos protagonizada por religiosas, sacerdotes, médicos, abogados y jueces, que se lucraron despiadadamente durante años a costa de la ingenuidad y vulnerabilidad de mujeres solteras y familias con pocos recursos, a las que despachaban con un «su hijo ha muerto, pero no le vamos a enseñar el cuerpo para ahorrarle sufrimiento». También fueron víctimas bebés de familias más acomodadas, pero según los casos investigados, se trató en su mayoría de personas de clase baja y mujeres jóvenes sin pareja estable.
La lentitud del sistema de adopciones por la vía legal y oficial, que obliga a esperar años para conseguir un bebé, fue uno de los ingredientes fundamentales para que esta trama pudiera existir, ya que empujó a matrimonios deseosos de tener niños a pagar cantidades desorbitadas por cumplir su deseo. No en vano, varios hospitales acusados de estar implicados se encuentran en barrios ricos y acomodados. Muchos sabían que compraban niños robados y otros no, eran ajenos a los entresijos del complot.
Otro de los ingredientes, y no menos importante que el anterior, es la forma de pensar de una sociedad católica tradicional como era la España de entonces. Tener un hijo sin estar casada era algo impensable, por lo que a muchas mujeres en esta situación se las convenció para que renunciaran a sus hijos, «por el bien de la sociedad». Es posible que personas implicadas en la trama actuaran convencidas de que estaban haciendo un auténtico favor, el de mantener la sociedad en orden. Otros, desgraciadamente, actuaron impunemente para lucrarse, imperturbables al sufrimiento ajeno.
Photo CaptionP20: Cientos de bebés fueron robados durante la dictadura.