Rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado. Estos eran los colores que teñían las calles de Brighton el pasado sábado 3 de agosto. El espíritu gay inundaba la ciudad y tanto turistas como lugareños, estaban preparados para el día de fiesta que les esperaba. A la estación no paraban de llegar trenes repletos de personas que venían expresamente a disfrutar de la fiesta, y todas ellas de diferentes puntos del país. Desde Londres, los trenes estaban totalmente abarrotados. Hubo gente que se pasó toda la hora de trayecto de pie. Otras, en cambio, encontraron su asiento ideal en el suelo. Cuando el tren paraba en las estaciones previstas, y alguien tenía que bajar, moverse en el tren era totalmente una odisea, sobre todo en Gatwick Airport.
Madeira Drive, situada en el paseo marítimo de la ciudad, fue el lugar donde el Pride Event más importante de todo Reino Unido comenzó a las 11 de la mañana. Las carrozas del 40º desfile del Orgullo Gay recorrieron algunas de las calles más características de Brighton, entre ellas West Street, North Street y London Road; hasta llegar a Preston Park, escenario de diferentes conciertos.
George Montague, de 90 años, es el gay más viejo de toda la ciudad. / Alejandra Rodríguez.Toda la ciudad estaba totalmente volcada en el evento. Era tal el apoyo, que tanto la policía como los bomberos y los asistentes sanitarios se sumaron a la fiesta desfilando por las calles bajo el clamor y la ovación del público. Toda esta colaboración se debe, principalmente, a que es un día muy señalado en el calendario de los ‘brightonians’.
Del mismo modo que se celebraba la libertad sexual reinante en la ciudad y en el país, con lemas como ‘Keep calm and marry on’ (‘mantén la calma y cásate’, en castellano) o ‘Gay O.K.’, la mayoría de las carrozas portaban carteles en apoyo a la comunidad LGTB de Rusia, donde el junio pasado se aprobó la «ley anti-gay», la cual prohíbe la propaganda de orientaciones sexuales no tradicionales hacia menores.
Una de las personas más vitoreadas durante el desfile fue George Montague, el gay más mayor de todo Brighton. El hombre, que ahora tiene 90 años, y promueve la campaña Gay Friendly Care Home en el Reino Unido, mantenía un cartel que decía que a pesar de su edad, aún «still up forit», lo que viene a decir en castellano que aún puede echar una canita al aire.
Mercury y Gaga, imprescindibles
Freddie Mercury y Lady Gaga aparecían por cualquier parte de la ciudad. Ya fuese en alguna terraza, caminando por la calle, en la playa, pero, sobre todo, donde no podían faltar, era en el desfile. Muchas de las carrozas tenían a alguna de estas dos personalidades como imagen y más de una persona en el desfile iba vestido igual que estos iconos de la música. Sobre todo, el cantante de Queen era el personaje que más se veía por la ciudad, era la imagen por antonomasia del Pride.
No obstante, no fueron las únicas estrellas que se pudieron ver por las calles de Brighton. Madonna también hacía acto de presencia, aunque de manera desapercibida, en el propio desfile. Sin embargo, su música sí que se podía oír en muchos de los carruajes que recorrían la ciudad costera. Tampoco faltó a la cita la querida Marilyn Monroe.
Un paréntesis durante la tarde
Una vez acabado el desfile (sobre las 14:00 horas), los planes que Brighton ofrecía hasta media tarde, eran de los más variopintos.
Los más calurosos, se acercaban a la famosa playa de piedras de la ciudad. Aunque el día no estaba completamente despejado y la temperatura no era muy alta (al menos para los que están acostumbrados a temperaturas mediterráneas), la costa estaba totalmente abarrotada, llena de gente valiente que se aventuraba al mar, o simplemente corros de gente disfrutando de la brisa del mar.
Brighton se convirtió en toda una fiesta con las numerosas carrozas que recorrían sus calles. / Alejandra Rodríguez.Los más british, disfrutaban de los rayos del sol sentados en corros en los parques de la ciudad. En Steine Gardens, por ejemplo, era tanta la gente que estaba bebiendo, comiendo y riendo alrededor de la fuente central, que encontrar un sitio en el que poder sentarse, era casi una misión imposible.
Los más fiesteros, por otra parte, se aglomeraban en St.James’s Street. Los bares, pubs e incluso las tiendas de esta céntrica zona, sacaron sus equipos de música a la calle y los pusieron a todo volumen, lo que era un reclamo para todos aquellos que no querían que su cuerpo descansase, convirtiendo la calzada en una pista de baile. Prácticamente toda la ‘street’ estaba repleta de gente bebiendo, bailando y hablando, todo ello bajo la mirada de la que era realmente la reina de la fiesta: la bandera del arcoíris.