Un millón de adultos británicos pasaron un día entero sin comer durante el mes pasado. Y es que según una investigación llevada a cabo por el think tank Food Foundation, la subida de los precios de la energía y de los alimentos, junto con la supresión en octubre de la ayuda de 20 libras del Universal Credit, han tenido un impacto devastador en el consumo de alimentos de millones de personas.
Uno de cada cinco hogares afirma que ya se ha enfrentado al dilema de «calentar o comer». Muchos británicos han tenido que recortar en la calidad o la cantidad de los alimentos para pagar las facturas de energía u otras facturas esenciales. Otros datos de la investigación indican que el 59% de los hogares teme que la reducción del coste de la vida les deje con menos dinero para poder hacer frente a la compra de alimentos.
Uno de cada 10 hogares ha tenido que pasar hambre en el último mes
En total, casi uno de cada diez hogares del Reino Unido declaró haber sufrido algún grado de inseguridad alimentaria. Esto se define como saltarse comidas, pasar hambre o no comer durante todo un día.
«No cabe duda de que la crisis del coste de la vida está ejerciendo una presión real sobre la capacidad de muchas personas para permitirse una dieta saludable», afirmó la fundación.
Millones de hogares están sometidos a una presión financiera cada vez mayor como consecuencia del aumento de las facturas de energía y de la inflación. A partir de abril, las facturas de gas y electricidad aumentarán una media de 700 libras esterlinas al año, lo que llevará a 5 millones de hogares a la pobreza energética, a pesar de las medidas introducidas por el Gobierno británico para aliviar la presión.
La factura de los alimentos también ha aumentado considerablemente, con un incremento del 3,8% en enero, lo que puede suponer un aumento de 180 libras esterlinas al año en la factura de la cesta de la compra de un hogar medio.
La encuesta de Food Foundation se llevó a cabo entre el 18 y el 20 de enero. En ella participaron 4.200 adultos.
Alrededor de 2 millones de niños viven en hogares que no tienen acceso a una dieta sana y asequible, lo que les expone a enfermedades relacionadas con la dieta, como la obesidad, y a un crecimiento físico deficiente, según la fundación.