Gina Robins, madre de tres niños, decidió meter al gato de su amiga en el microondas, estando en la casa de ésta última.
La presunta autora del «gaticidio» acudió a la cocina de su amiga con la excusa de calentar la comida de su bebé; sin embargo, lo que hizo fue meter al viejo gato de la propietaria de la vivienda en el microondas.
Según publica el diario Metro, la dueña del animal, Sarah Knutton, estaba sentada en el salón cuando oyó un ruido » parecido a un paquete de palomitas», seguido por un «ruido chirriante».
Una vez fallecido el animal, Robin envió un mensaje de texto a Knutton, con las palabras «¿Recuerdas el dicho: quién lo hace, lo paga? Ya ha empezao a morderte en el c…. ¿El gato? Karma.»
Al parecer, la venganza se debe a una reclamación a la policía que Knutton realizó denunciando gritos y barullos del novio de Robin en el exterior de la casa.
Por su parte, la acusada admite que el microondas se encendió automáticamente con el gato dentro y que otro felino cerró la puerta.
Sin embargo, los magistrados de la corte encuentran las evidencias inconsistentes. Liz Klyne, presidente del banco, afirma: «Encontramos imposible que un gato pueda trepar a la superficie, meterse en el microondas y que otro gato cierre la puerta, encendiendo el aparato.»
