Robert May, ex presidente de la Royal Society británica, señala los «beneficios potenciales» de explorar las especies para conseguir un mejor conocimiento de la taxonomía
Unos 8,7 millones es el número estimado de especies que alberga la Tierra, según revela un estudio del Censo de la Vida Marina. El informe, publicado en la revista PLoS Biology, resalta que el 86% de todas las especies sobre la tierra y el 91% de especies marinas todavía están por descubrir.
Hasta ahora, los datos situaban el número de especies entre 3 y 100 millones, pero una nueva técnica desarrollada dentro de la taxonomía, disciplina biológica referida a la teoría y práctica de la clasificación de los organismos, ha permitido a los científicos elaborar el censo más exacto hasta el momento. De este modo, ubican a un total de 6,5 millones de especies en la tierra y otros 2,2 millones en el océano.
La importancia de un número
La importancia de cuantificar el número de especies que habitan en la Tierra no responde a una mera curiosidad científica. Ese número, junto con la investigación de su distribución y masa, «es particularmente importante ahora, porque una gran cantidad de actividades humanas e impactos están acelerando la tasa de extinciones», explica Camilo Mora, profesor de la Universidad de Dalhousie en Halifax (Canadá). «Muchas especies pueden desaparecer antes incluso de que sepamos que existen (…) y de que podamos explorar su potencial contribución para mejorar el bienestar humano», enfatiza Mora.
Por su parte, el ex presidente de la Royal Society británica Robert May señala que «teniendo en cuenta los problemas en ciernes de alimentar a una población mundial en crecimiento, los beneficios potenciales de aumento gradual de la exploración son claras».
Pero el trabajo no termina aquí. Queda pendiente la descripción de todas las especies que, con los enfoques tradicionales, costes y equipos actuales, supondría «unos 1.200 años de trabajo de más de 300.000 taxonomistas y un coste de 364.000 millones de dólares», señalan los investigadores. Por suerte, nuevas técnicas como el código de barras de ADN «están reduciendo radicalmente el coste y tiempo necesario para la identificación de nuevas especies».