Portada | Actualidad | Ciencia y Salud | Valora realmente cuánto es tu interés en tu propósito y lo harás realidad

Valora realmente cuánto es tu interés en tu propósito y lo harás realidad

Propósitos para empezar bien el año.Acaba de empezar un nuevo año. Casi parece ayer cuando estábamos diciendo lo mismo, y es que el tiempo vuela. Sí, señor!

Estoy segura que muchos de nosotros hicimos propósitos el año pasado, y que volveremos hacer otros, este nuevo 2013. Es en este momento, que tengo curiosidad en saber si los propósitos del 2012, los llevasteis a cabo o si de nuevo se van a repetir en este 2013.

Ay, ay, ay, mira que si son los mismos ya te estarás dando cuenta de que tus intenciones fueron buenas pero tus acciones escasas, no? Cuánto duró la intentona. Quizás unos días? Unas semanas? Tal vez un mes? Entonces y sin intención de desmotivar a nadie, que piensas hacer para este año? De nuevo lo mismo? Crees que por algún motivo inexplicable de este año, no pasará? Bueno es cuestión de volver a empezar, y ver qué pasa, no?

Pero quizás y sólo quizás, si a tus buenas intenciones les metes un plus de acción, no crees que tendrás más garantías?

Un primer paso sería valorar realmente cuánto es tu interés en tu propósito. Si me sirvo del ejemplo de Joel y su asignatura pendiente, quizás te ayude.

En su momento empezó a trabajar antes de acabar la carrera. Cuando se quiso dar cuenta, habían pasado tres años. La idea le empezaba a pesar, y ese pensamiento le asaltaba en cuanto se descuidaba. Así que decidió analizar su interés real en quitarse este peso de encima. Qué le iba de bueno de bueno en ello y si realmente le compensaba.

Y si resulta que se había cargado con un deber que realmente no era tan importante. Algo así como una Creencia. Se paró a discernir si le sería interesante obtener el título definitivo porque obtendría un benefício profesional y personal o, si simplemente lo hacía porque se sentía obligada.

Si en tu caso, detectas que esa obligación impuesta por ti mismo, no se soporta más que en algo que crees pero que realmente, no te aportada nada sustancial y que encima te está pesando, ya sabes lo que puedes hacer con ella, una vez la hayas identificado como tal. Joel, en este caso sopesó la situación y observó que obtener el título le aportaría otra categoría profesional, lo que por supuesto significaba un horizonte más amplio. Además de su propia satisfacción personal. Una vez que examinó esta situación y la discernió, valoró su estado con respecto a la asignatura.

La herramienta que utilizó fue la de evaluarse a ella misma ante este propósito. Se miró a si misma y se preguntó cual era su estado en ese momento en referencia con su nivel de conocimientos, su nivel de interés, su nivel de adaptabilidad a los cambios que debería efectuar en su ritmo diario… Para cada una de estas actitudes, marcó una línea numerada del 1 al 10. Siendo 10 el máximo de puntuación y uno el mínimo.

Empieza el ejercicio ahora, con uno de tus «viejos propósitos». Mientras Joel siguió su trabajo y empezó con la valoración. Digamos que todo lo que fue marcando estaba en unos índices interesantes. Entre 7 y 9.

No está nada mal, querida. Pero, y siempre habrá un Pero, se encontró con algo no tan fácil de manejar para ella. Algo que realmente, supo darse cuenta que era el motivo principal por el que nunca había cumplido su propósito. Algo que cuando trataba de valorarlo, no sabía por donde empezar, ni como. Ese algo no era ni más ni menos que su nivel de adaptabilidad o flexibilidad, para acometer las tareas precisas que requería este propósito en concreto.

Resulta que le salían Peros por todas partes. Horarios, trabajo, no tengo espacio en casa para poder concentrarme, a veces estoy demasiado cansadas porque llego muy tarde, los niños (si los tienes) me reclamarán una y otra vez y sino estoy yo, aquí no funciona nada. Si me voy a la biblioteca, en vez de estar en casa, a ver a qué hora llega mi pareja (si la tienes) para yo poder ir. Y si tienen deberes, que… Bla, bla, bla así se tiró toda la tarde.

Menos mal que después de tanto inconveniente, se le ocurrió pensar en que todo aquello podría tener una serie de ajustes y de forma que el Zulo que acababa de construir para ella solita, tuviera una puerta por la que poder salir. Así que empezó a mover actividades, comportamientos, extendiendo cables, pidiendo ayudas, de forma que aquel Zulo, fue teniendo una puerta.

Una de las mejores ideas que tuvo Joel, fue la de comentar a su entorno su propósito para el año. Y que para llevarlo acabo había decidido ejecutar unos cambios. Por supuesto, os podéis imaginar que no a todo su entorno le parecieron bien los cambios. A ellos les parecía estupendo esto de sacar la asignatura pendiente, pero ya de ahí a que empezara a mover fichas…, claro no a todo el mundo le van bien tus cambios. Quizás a tu pareja no le va bien, porque le hace responsabilizarse de ciertos asuntos que no le apetecen, o porque no puede disponer de ti de igual forma. O quizás tu reunión de amigos se siente abandonada porque no acudes con la misma frecuencia a sus citas.

Quizás tus hijos, si los tienes, también tratan de no admitir los cambios. Algunos incluso empiezan a tener dolores de tripa, o de cabeza, o de cualquier cosa, con tal de que tu les sigas prestando la misma atención. Conocí el caso de uno que escondió el gato en la casa, de tal forma que su madre no llegara a tiempo de su conferencia, porque se pasó casi una hora buscando al gato por toda la casa, pensando que se les había escapado…

Es ahí donde hay que ser fuerte y agarrarse a la puerta del Zulo, dirección salida. Nada de que la puerta se haga diminuta de nuevo. Eso es una puerta como una casa de grande que tú has construido a través de tu análisis. Este análisis es el que te da fundamento para saber que es posible, así que nada de volver dentro, que ya sabes lo que hay.

Ante las dificultades que le fueron asaltando en el proceso, Joel no hacía otra cosa que pensar, en cómo se sentiría cuando tuviera su título . Qué satisfacción personal, que avance en su profesión y esto es lo que le hizo salir por la puerta grande y mantenerse firme cada día. Sólo la imagen de aquel cuartucho sin puerta y sin ella dentro, le hacía sentirse reconfortada, satisfecha y valiente.

Lo mejor vino cuando se dio cuenta, que todos los cambios que había supuesto su propósito, habían dado lugar a otra dimensión de vida. A otros usos y costumbres y a ser consciente de que todo lo podemos modificar, porque la realidad la construimos nosotros con nuestras acciones y nuestros pensamientos. Así que siempre y cuando estés dispuesto a empezar nuevos propósitos identifica tu propio Zulo y construye una gran puerta para ti.

La teoría está muy bien, pero mejor aún los resultados de la práctica.

Sonia Campos Valverde es Life Coaching y pueden contactar con ella en scamposvalverde@yahoo.es

Relacionado

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio