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Zahira Veliz repasa los cuatro últimos siglos del arte español en Spanish Drawings

Una exposición de pinturas del Siglo de Oro español fue la culpable de todo. «Gracias a la beca que había obtenido con la Fundación Mellon, estaba en España estudiando la técnica pictórica de Francisco de Zurbarán y ya había viajado por toda Andalucía. Pero ese encuentro en el Madrid de los años setenta con las pinturas del Siglo de Oro fue un momento clave y decisivo en mi carrera profesional», reconoce Zahira Veliz-Bomford con una cálida sonrisa y cierto brillo en los ojos. Casi treinta años después y con la colaboración de Edward Payne, la británica historiadora del arte acaba de lanzar Spanish Drawings.

The Courtland Gallery ha sido el rincón escogido para el lanzamiento de este catálogo que coincide con la exposición The Spanish Line: Drawings from Ribera to Picasso. Aprovechando esta oportunidad, durante la jornada del 14 de enero, Zahira Veliz y Edward Payne dirigieron una conferencia en la que académicos de diversos rincones del mundo aportaron su grano de arena.

Cuando se le pregunta por el autor español que más ha contribuido a reflejar la realidad española de su tiempo, la historiadora británica se muestra dubitativa y reconoce que es «muy difícil nombrar a un solo autor», pero se inclina por algunos maestros como Alonso Cano, Vicente Carducho o Francisco Herrera el Viejo y el Joven. «Hay muchos artistas, incluso italianos, que llegaron a España para trabajar en El Escorial bajo el patronazgo de Felipe II. Incluso los más exitosos se vieron sometidos a la voluntad de la visión del patrón. Eso marcó una huella que prevaleció durante el siglo siguiente. Por lo tanto, son muchos los artistas que ilustran el carácter español marcado por una cultura definida y ordenada por los Austrias», explica detalladamente la doctora.

«Sin duda, el siglo XVII es el origen de la época a la que pertenecemos» Zahira Veliz

Zahira comenta que el siglo XVII para ella es un periodo histórico de especial interés, dado que lo considera una «etapa madura previa a los diferentes cambios dinámicos que se producen en la monarquía, economía y en la contextualización de España en el mundo». Sin vacilar un instante asegura que le hubiese encantado vivir en esa época con la que reconoce estar «intrigada». «Sin duda», corrobora, «el siglo XVII es el origen de la época a la que pertenecemos».

Si se hace un recorrido a lo largo de la historia es posible apreciar que las obras artísticas han sido un punto de referencia clave donde el contexto social de la época se veía, a menudo, claramente reflejado. Pero, ¿es posible, en la actualidad, vernos reflejados en un lienzo? «Oh, yes!», exclama Zahira con satisfacción. «Podría decirse que hay más libertad que nunca para explorar las reacciones sociales a través del arte. Los márgenes de lo que es aceptable o no se han ampliado considerablemente desde el siglo XVII. Todo eso, en parte, se lo debemos a Goya. Con él comenzó todo». Según define la doctora, el pintor zaragozano dio un gran empuje a conceptos como «experiencia personal» y «percepción» dentro de las representaciones artísticas.

Quizá por este mismo motivo, la doctora Veliz, después de haber estudiado y trabajado en diferentes países -como Australia o Estados Unidos- donde ha tenido la oportunidad de entrar en contacto con otras culturas, confiesa que lo que más le sorprendió del carácter español fue «el sentido de autenticidad. Da la sensación de que la gente española apenas guarda distancia entre ellos mismos y la realidad», revela alegremente.

Durante sus años de estudio y dedicación a la historia del arte español, Zahira, en alguna ocasión, ha puesto en tela de juicio las interpretaciones clásicas como sucedió en el caso de La dama del abanico, de Diego Velázquez. «¿Polémica?», inquiere la historiadora con sorpresa y rubor. «No, no, en absoluto. Nunca he pretendido crear polémica. Soy simplemente curiosa», aclara. «La Historia del arte no es una disciplina empírica. En Historia, nunca tenemos la imagen completa, sino fragmentos de la misma», explica con serenidad mientras dibuja la pieza con sus manos. «Y la relación entre esos fragmentos puede ser interpretada de numerosas formas. Por lo tanto, cada cual tiene que construir una metodología clara sobre como sopesar cada parte y así darle forma al trabajo completo».

Del mismo modo, Zahira reconoce que un historiador del arte no mira su entorno con los mismos ojos que el resto de los que le rodean. «Creo que un buen historiador del arte siempre pretende expresar lo que ve con sus propios ojos», reflexiona la autora del nuevo catálogo. «Sí, muy posiblemente es eso lo que le caracteriza, una aguda respuesta visual».

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